­El incendio que un enganche ilegal a un transformador provocó en agosto fue la gota que colmó el vaso. El suceso hizo que los Bomberos de Málaga realizaran un informe sobre las lamentables condiciones en las que se encontraba el camping de los Baños del Carmen, lugar en el que desde hace más de tres años había un asentamiento okupa que tenía exasperado y atemorizado a medio barrio de la zona Este, testigo de apuñalamientos, reyertas e incendios continuos en el antiguo balneario.

El informe hablaba de un importante foco de insalubridad y de un grave riesgo de nuevos incendios que provocaba la gran presencia de basura, restos vegetales y hojarasca. Tras años de indiferencia al malestar de los vecinos, el Ayuntamiento de Málaga se buscó la vida evitar un coste político que comenzaba a irse de las manos. Fue el 3 de octubre, a primera hora de la mañana, cuando un ejército de operarios municipales tomaban los Baños del Carmen en nombre de una «actuación subsidiaria y preventiva para garantizar la salubridad y la seguridad de la zona y su entorno». Por fin, la empresa concesionaria, la Dirección de Costas, la Subdelegación del Gobierno y el Ayuntamiento pusieron voluntad para devolverle una limosna de dignidad a uno de los tesoros malagueños más maltratados por las administraciones.

La operación supuso la retirada de más de cinco toneladas de residuos y el fin de varias plagas de insectos y otras tantas de roedores.