­El 2012 arrancó con el aniversario de los diez años de la introducción del euro en la UE, incluida claro está España. La «nueva» moneda se ha convertido en un símbolo de integración económica y monetaria entre los diecisiete Estados que la han ido adoptando desde el 1 de enero de 2102 pero también despertó, desde el primer momento, el recelo de los ciudadanos ante la previsible -y luego confirmada con creces- subida de los precios que trajo aparejada. A pesar de todo, la creación de la zona euro en Europa constituyó un logro muy significativo y así lo demuestran las 330 millones de personas que usan, a día de hoy, esta moneda. En lo referente a España, y por muchas críticas inflacionistas que haya recibido de parte de asociaciones de consumidores, lo cierto es que el euro aportó al país una enorme estabilidad monetaria que lo convirtió en un destino seguro para invertir. Por contra, en una crisis como la actual, el euro impide al Gobierno el recurso de una devaluación de la moneda como medida de competitividad. Pero poniendo estos elementos en el platillo de una balanza, los expertos (la gran mayoría al menos) lo tienen claro: sin la credibilidad que ofrece el euro España estaría condenada al abismo, así que no tiene sentido el plantearse una hipotética salida. Para bien y para mal, nuestro destino está ya ligado al de la «moneda única» equivalente a 166,386 de las antiguas pesetas, lo que nos obligó a volver a pensar en céntimos. La verdad es que España tuvo mala suerte con el cambio que le tocó y las autoridades tuvieron que echar mano de una pedagogía basada en los números 3 y 6 para que el ciudadano tuviera un referente de lo que eran 500 y 1.000 pesetas. Sin embargo, nada de eso puedo evitar un indiscriminado redondeo en cadena que incluyó a empresas proveedoras, comercios finalistas, bares y restaurantes donde el euro se identificó en las tablas de precios con las 100 pesetas, ganando en el cambio las 66,386 restantes ¿Quién fue el culpable?, ¿por qué se permitió? Preguntas que todavía hoy no tienen un respuesta clara. Se alude también a la histórica baja coyuntura de tipos de interés de aquella época para explicar la desaforada inflación de los años posteriores (y que está en el germen de la actual crisis).

Un total de 1.924 millones de billetes y 7.055 millones de monedas fueron los volúmenes que se fabricaron en España a partir del 1 de enero del 2012 para satisfacer la demanda inicial y proporcionar los stocks que requería nuestro país. Diez años después de su lanzamiento, el euro ha seguido una trayectoria muy exitosa. La eliminación del tipo de cambio, cuyo ahorro para las empresas se puede evaluar entre unos 20.000 Y 25.000 millones de euros al año es el primer aspecto positivo. También lo es la eliminación de los costes de conversión para las transacciones bancarias entre divisas, que constituía un gasto para sus usuarios cuando cambiaban de una moneda a otra.

Finalmente, el euro ha facilitado el comercio internacional de las empresas europeas (actualmente se estima que el 20% de los intercambios mundiales se efectúa en euros). En cuanto a la inflación, se ha mantenido por debajo del 2%, una cifra de la que el Banco Central Europeo se siente «orgulloso», pues en comparación con hace veinte años, la inflación alcanzaba cifras de dos dígitos.