El debate del metro
Una reunión para encarrilar el metro
La Comisión de Seguimiento de las Obras del Metro de tarde permitirá poner sobre la mesa el cada vez mayor enfrentamiento entre Ayuntamiento y Junta
MIGUEL FERRARY
El futuro del metro vuelve a estar en el alero. Al menos en lo que respecta al tramo final que permitiría la llegada de esta infraestructura al Centro Histórico, que todavía está por ver si lo hace en superficie o bajo tierra, según lo defienda la Consejería de Fomento o el Ayuntamiento de Málaga, respectivamente.
Ambas administraciones tienen hoy una oportunidad para desatascar el bloqueo en el que se encuentra el proyecto más allá del Guadalmedina. Es la primera reunión que mantendrán tras cuatro meses de desencuentros constantes y sólo a través de los medios de comunicación. El cruce de declaraciones se mantendrá hoy en persona, de forma directa, sin intermediarios. Sin embargo, no parece que el encuentro vaya a aportar demasiada luz.
El meollo del debate es económico. Es conocer hasta qué punto la Consejería de Fomento tiene financiación suficiente para atender el último tramo del metro, entre el Guadalmedina y La Malagueta. Hay voces discordantes. Incluso dentro de la propia Administración autonómica. El presidente andaluz, José Antonio Griñán, asegura que hay dinero. El portavoz de IU en el Parlamento andaluz, y socio de gobierno, José Antonio Castro, dice que no hay tanto dinero y que hay que racionalizar las inversiones.
La consejera, Elena Cortés, afirma con rotundidad que sí, que hay dinero para acometer el último tramo, aunque no queda claro hasta qué punto es una estrategia política o es una realidad, visto el fuerte recorte inversor que ha sufrido su cartera. En todo caso, argumenta que el alto coste del túnel (más de 115 millones de euros) aconseja buscar una opción más barata, simple de ejecutar y que, a cambio, aporte una extensión de la línea hasta El Palo.
La alternativa de la Junta es discurrir en superficie, opción que se antoja imposible de aceptar para el Ayuntamiento de Málaga. Todavía no se saben más detalles, ya que están elaborando el proyecto a marchas forzadas. Este cambio altera el proyecto acordado en 2003 y plantea un cambio de modelo en el tramo del Centro.
Consciente del rechazo ciudadano, la Junta plantea compensaciones como la peatonalización del carril central de la Alameda, la extensión del tranvía a El Palo y un calendario de obra que permitiría disponer de toda la red terminada y en servicio en 2016.
El objetivo es disponer del máximo de infraestructura en servicio lo antes posible. La razón es clara: Hay que financiar el billete del metro para que la tarifa sea accesible y eso supone unos costes fijos muy altos para la Junta y el Ayuntamiento. Ampliar el metro hasta La Malagueta aportaría seis millones más de pasajeros. Hasta El Palo, otros cuatro millones más. En total, más de 20 millones de viajeros al año que reducirían la factura de las administraciones.
El Ayuntamiento es inflexible en su defensa del proyecto del metro que se lleva ejecutando desde 2003. No acepta el cambio propuesto por la Consejería de Fomento, que entiende como una imposición ideológica y con poco fundamento técnico.
De hecho, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, se aferra a un argumento: Si la Junta tiene dinero para ejecutar la obra hasta El Palo, que destine ese dinero para el túnel hasta La Malagueta. Y si no le alcanza para tanto, al menos hasta La Marina y ya se verá el resto más adelante.
Además, el Ayuntamiento insiste en que la peatonalización del carril central de la Alameda se puede hacer igualmente con el metro bajo tierra y además se evita el efecto de barrera que supondría la circulación del tranvía en superficie. Su desconfianza ante la propuesta de la Consejería de Fomento se acrecienta además por la falta de estudios técnicos recibidos hasta el momento, aunque la inflexibilidad de la postura municipal y de la Consejería hace prever que el acuerdo sea una quimera.
La aportación anual al metro se convierte en un nuevo problema a resolver. El Ayuntamiento de Málaga ha empezado a plantear dudas sobre su aportación anual para mantener el metro, que es la gran losa que tendrán que soportar las administraciones ante la previsible falta de rentabilidad de esta infraestructura, sobre todo si no pasa del Guadalmedina como parece que va a ocurrir ante la falta de acuerdo. Este es el gran debate que se tendrá que resolver y la baza de la Consejería de Fomento para forzar un acuerdo que asegure una mayor afluencia de pasajeros. Por otro lado, el rediseño de las líneas de la EMT propuesto por el Ayuntamiento, solapando el recorrido del metro, se ha unido a un debate que ya está muy viciado al competir directamente con el suburbano.
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