Es cierto que la ciudad no entendería una huelga en Semana Santa, como tampoco entiende que Limasa sea una permanente fuente de conflictos laborales por los sucesivos cierres en falso de los convenios y su grado de incumplimiento. Esta empresa es uno de los dolores permanentes del equipo de gobierno que lidera Francisco de la Torre, que casi estrenado en el cargo vivió una «dura» huelga de recogida de basuras que fue insoportable e intolerable. Málaga no está para una huelga de limpieza y menos en Semana Santa. Si a estas altura de la crisis las dos partes, mediador incluido y un Ayuntamiento como cliente y socio (¡vaya plan!), son incapaces de solucionar los dos primeros escollos de una negociación entre empresa y trabajadores, mal pinta el asunto. Los trabajadores exigen, con razón, que se cumpla con lo firmado en 2012, pero eluden airear algunos aspectos del convenio como que desde 1989 el puesto que un empleado deja por incapacidad, jubilación y fallecimiento pase a ser ocupado por un familiar. Hablamos de una empresa mixta (con dinero público) y con el dinero público suena a escándalo ese «enchufismo» tolerado durante años.

El asunto es muy serio, el de una posible huelga, y hoy los trabajadores votarán con casi toda probabilidad hacer huelga en Semana Santa, una medida de presión legítima y eficaz pero si los del comité dicen que aman tanto a Málaga como el alcalde, todos deberían hacer gala de esos sentimientos y tratar de llegar a un acuerdo.

*Juande Mellado es director de La Opinión de Málaga

@juandemellado