Fue la gota que colmó el vaso. Ocurrió el 21 de diciembre de 2010. Un paciente esperó a la salida de su consulta en el centro de salud del Tiro de Pichón a un médico de cabecera que no podía atenderlo en ese momento. No era su paciente y lo envió a no demorables. El resultado fue que le dio una soberana paliza y le llegó a lanzar una papelera. Ayer fue el Día contra las Agresiones en el Ámbito Sanitario, una jornada que los diferentes colectivos implicados en el problema aprovecharon para concienciar a la ciudadanía del trabajo de los facultativos y para recordar que Málaga es la segunda provincia andaluza con más agresiones.

En concreto, de los 925 casos que se dieron en la comunidad a lo largo de 2012, 205 se registraron en la Costa del Sol. Se trata de episodios físicos y verbales. A veces, dicen los protagonistas, las segundas duelen más que las primeras. Sólo Sevilla supera a Málaga: allí se dieron 245 situaciones de este tipo. Tras la Costa se sitúan Córdoba (110), Cádiz (97), Huelva (96), Jaén (69) y Granada (68). Pese a todo, los casos en Andalucía descendieron desde las 1.076 agresiones de 2011 (831 verbales y 245 físicas) a las 925 de 2012 (711 verbales y 214 físicas). En concreto, se ha producido un descenso de 151 episodios violentos, de ellas 31 físicas menos.

Los datos los facilitó ayer el Plan de Prevención y Atención de Agresiones para Profesionales del Sistema Público de Andalucía. La Junta recordó que este proyecto se puso en marcha en 2005 para mejorar las medidas de seguridad y formar a los médicos en estas situaciones de final incierto.

El problema está imbricado de tal forma en el tejido social que sólo desde ese lejano 2005 Salud se ha dejado 140 millones de euros en medidas de seguridad: se han comprado 2.091 timbres antipánicos; 1.446 interfonos; 1.559 teléfonos directos de seguridad; 555 salidas alternativas; 1.191 videocámaras; 423 vigilantes, 24 botones antipánico en las ambulancias y mamparas, detectores, etcétera...

Pero lo fundamental es manejar con la frialdad de un cirujano la situación. Por ello la formación es esencial. Lo que se les recomienda es pedir ayuda a una tercera persona (vigilante o compañero), para que además pueda ser testigo de los hechos. Si la situación persiste, hay que llamar a la policía. El trabajador cuenta con apoyo psicológico y asesoramiento jurídico.

Pero una cosa es que haya agresiones y otra que lleguen a juicio. En concreto, los Servicios Jurídicos del SAS lograron de enero a septiembre de 2012 más de 190 sentencias condenatorias por este hecho: 16 por delito de atentado, y el resto son delitos de amenazas, lesiones, etcétera... La mayor pena asciende a los dos años de cárcel.

El Colegio de Médicos de Málaga también dio ayer a conocer sus números, es decir, las asistencias jurídicas prestadas a sus asociados. En concreto, los abogados gestionaron 21 denuncias por agresiones a facultativos por parte de pacientes, seis menos que en 2011, cuando hubo 27. Doce de las agresiones las sufrieron las mujeres, y las otras nueve, varones.

El sector público es el rey absoluto en esta dudosa clasificación de honor: 17 episodios se dieron en edificios públicos y cuatro en el ámbito privado, precisó el presidente de los médicos malagueños, Juan José Sánchez Luque. Trece se dieron en atención primaria, cuatro en hospitales y otros tres en áreas de urgencias.

Sánchez Luque habla de una doble concienciación: la de los pacientes, para que no agredan ni insulten a sus médicos, y a éstos, para que denuncien. Que den un paso al frente. Hay una enorme bolsa de denuncias que no llegaron a ponerse por miedo. «Estas denuncias son sólo la punta del iceberg, ya que se producen muchas más que no trascienden», aclaró.

Andrés Buforn, presidente segundo del órgano colegial, insistió en que nada «puede justificar una agresión» y recordó que a un facultativo le rompieron las dos piernas. El Colegio de Málaga, curiosamente, cree que ha aumentado la tensión entre los enfermos y pacientes por los recortes de sanidad, pero, sin embargo, el número de denuncias ha caído en todos los ámbitos geográficos analizados. Por ejemplo, a nivel nacional cayeron un 16% respecto a 2011, «a pesar de la que está cayendo con la crisis». Los efectos de la carestía son otros: el aumento de las listas de espera, así lo dijo el presidente de la Organización Médico Colegial (OMC), Juan José Rodríguez Sendín.

El sindicato de enfermería Satse rechazó ayer cualquier agresión e insistió en que los recortes podrían suponer un aumento de los episodios violentos hacia los profesionales sanitarios. Su secretario general, Alejandro Lagun, usó una reflexión inclusiva: «Cuando un profesional es agredido, también son agredidos el resto de ciudadanos que son atendidos por él y le necesitan, e incluso, aunque no lo quiera ver, el propio agresor, al romperse el principio de confianza». También demandó más sensibilidad a los poderes públicos con este problema. La idea-fuerza es que el médico de cabecera no es el bedel de una oficina de reclamaciones.