Como si de una pesadilla recurrente se tratara, los pacientes crónicos no pueden evitar pensar en los recortes en sanidad, en qué será de ellos si la administración continúa ajustando los servicios sanitarios. Temen el copago y un empeoramiento de la asistencia sanitaria, pues son el eslabón más débil de una sociedad que llevaba a gala la universalidad y gratuidad de la salud, lo que la ha convertido en una de las mejores del mundo.

Es una realidad que los pacientes crónicos, aquellos con espina bífida, artritis reumatoide, insuficiencia renal o cardiopatías congénitas, necesitan del buen hacer de la sanidad pública para que su calidad de vida se asemeje a la de un ciudadano sano. Siempre ha habido puntos flacos, pero ayer mostraron su temor a que se negocie con un derecho tan básico como necesario. Sienten el peso de la espada de Damocles sobre sus espaldas.

Lo hicieron en las I Jornadas «El paciente del siglo XXI», organizadas por el Área de Relaciones con las Asociaciones de Enfermos del Colegio de Médicos de Málaga, a la que asistieron numerosas entidades de pacientes de la provincia para exponer su problemática y demandar mejoras.

En este sentido, el secretario de la Asociación Malagueña de Físicos por la Adaptación y la Integración (Amfaim), Alfredo de Pablos, lamentó que si la situación continúa las familias terminarán por incluir en sus gastos comunes el coste de los servicios sanitarios. «Estamos todos muy preocupado», aseguró, aunque reconoció que la profesionalidad de los médicos hace que no crean que se dé una falta de asistencia, aunque sí creen que falta «tiempo».

Asimismo, éste criticó la inseguridad en la legislación dependiendo de cada comunidad autónoma y la necesidad de negociar de manera económica. De Pablos también quiso diferenciar entre especialidades y atención primaria. En este sentido, señaló que los recortes aún no se han hecho tangibles en los centros de salud, aunque lamentó que los ambulatorios dependan en parte de los objetivos, como si de empresas privadas se tratasen.

Por su parte, la presidenta de la Asociación Malagueña de Artritis Reumatoide (Amare), Remedios Gómez, alertó de que ya están notando un incremento en la lista de espera, lo que va a crear un problema a largo plazo que supondrá un retraso en el diagnóstico.

«Las listas han aumentado de dos o tres meses a seis u ocho, o incluso un año», señaló, al tiempo que explicó que el copago está discriminando a aquellos que no se pueden permitir ciertos servicios, aunque recordó que gracias al trabajo de las asociaciones muchos pacientes acceden a sus tratamientos o acuden al médico por el empeño que ponen o la ayuda que le prestan.

Como representantes de todas las asociaciones participantes en las jornadas, De Pablos y Gómez coincidieron al afirmar que la salud no se negocia y que médicos y enfermeros logran que los pacientes sean asistidos a diario gracias a su tesón y empatía.

Aún así, mostraron su inquietud por cómo los recortes sanitarios están afectando en las ayudas. Un ejemplo de ello es que la Seguridad Social no cubre los audífonos de las personas sordas a partir de los 16 años ni tampoco el mantenimiento de los implantes cocleares, como baterías, arreglos o repuestos, cuyo coste ha de ser asumido por las familias.

Dirigidas por la doctora María José Llamas, las jornadas tenían el fin de conocer de primera mano la importante labor que realizan estos profesionales y cuáles son sus necesidades y reivindicaciones. Por eso, recordó que todos ellos hablaron de la necesidad de las unidades interdisciplinares.

El presidente del Colegio de Médicos, Juan José Sánchez Luque, avisó de que la institución juega el papel de garante de la sanidad y pidió tomar tiempo para la reflexión a la hora de atender a los pacientes y que los profesionales no se dejen llevar por la burocracia. «No se puede tensar más la cuerda», arguyó.

@MarinaFernandz