Confiesa Noëlle Elisabeth Gregoire Spierkel (Málaga, 1990) que en los cuatro cursos que ha estudiado en el Conservatorio Superior de Música, en El Ejido, «ha dado la casualidad» de que ha conseguido las cuatro únicas matrículas de honor que otorga el centro en cada curso de piano.

Una casualidad, en todo caso, que tiene detrás muchas horas de trabajo y que demuestra su constancia y amor por este instrumento. Estas matrículas, por cierto, le han valido el VII Premio Fundación Musical de Málaga al mejor expediente académico del Conservatorio Superior de Música, un premio dotado con 30.000 euros que hará posible que el año que viene estudie dos años en el Real Conservatorio Superior de Música de Lieja un máster de concertista de piano.

La elección de Lieja seguro que guarda algo de relación con sus padres: «Mis padres son belgas, mi abuelo tenía negocios en la Costa del Sol y se quedaron a vivir aquí, donde llevan más de 30 años», cuenta.

Noëlle Elisabeth, que vive en Benalmádena, ha escuchado la música de piano casi desde su nacimiento, ya que su madre es profesora de piano y organista. «Antes de los 7 años mi madre me enseñó un poco y ya entré en el conservatorio con 7 años sabiendo un poco de música», explica.

Los años fueron pasando y la afición de esta malagueña se convirtió, a partir de los 18 y su entrada en los estudios superiores, en su futura profesión. A partir de ese momento, y para evitar problemas con los vecinos, insonorizó una habitación de la casa. «No es sólo por los vecinos, también por mi tranquilidad de saber que no molesto a nadie porque estudiar es repetir pasajes cortos y en bucle y comprendo que tiene que ser super pesado», confiesa.

Unos ejercicios que le han llevado a estudiar un mínimo de cuatro horas al día, que podían subir a seis o siete los días de concierto, aparte de la preparación para las clases teóricas. «Los fines de semana era cuando aprovechaba más para estudiar porque entre semana no podía sacar mis horas», explica.

Entiende que el perfil de los estudiantes que acceden a un conservatorio superior -en su caso 15 alumnos en piano- es el de gente «con un cierto grado de sensibilidad que cuida mucho los detalles».

A la hora de preguntarle por sus preferencias musicales, cuenta que youtube está ayudando mucho a los estudiantes de música, porque les permite escuchar a sus ídolos con la facilidad de un click. Entre estos pianistas que admira, la argentina Marta Argerich y el ruso Nicolai Lugansky, «al que vi hace poco y me impresionó», confiesa.

Más afín a la música del XIX y la del XX, tiene el sueño de tocar algún día la suite Iberia de Albéniz y se queda con toda la música para piano de Prokofiev.

Para lograr estas metas, durante este año, pues concluyó sus estudios en Málaga en septiembre de 2012, asiste cada 15 días a Valencia a la escuela privada Musikeon, con el profesor Luca Chiantore y se prepara para esos dos años de formación en Lieja. «Conocí a un profesor allí y me encantó, es muy difícil irte a un país sin conocer al profesor y en Lieja es donde me han dado esa oportunidad, me dijeron que no había ningún problema en que entrara».

En el mundo del piano es complicado encontrar una salida laboral como concertista, por eso quiere, tras su formación belga, regresar a Málaga y opositar a profesora de conservatorio. «Aquí hay más calidad de vida», razona, aunque también querría compaginar la enseñanza con actuaciones.

Prokofiev, Albéniz, pero también Muse y Radiohead hacen vivir la música a esta brillante alumna que ha dado con las teclas para lograr un futuro esperanzador.