La Policía Nacional ha desarticulado en colaboración con la policía francesa una organización criminal que explotaba sexualmente a mujeres nigerianas a las que obligaban a prostituirse en localidades próximas a Barcelona y en Málaga, en una operación en la que han sido detenidas seis personas.

Según informa hoy la Policía Nacional en un comunicado, las víctimas eran introducidas en España cruzando el Estrecho de Gibraltar de manera irregular, para dirigirse, principalmente, a Cataluña, donde les esperaba la responsable de la organización, de nacionalidad nigeriana, y que también ha sido arrestada.

Las investigaciones arrancaron hace un año, a raíz de una denuncia presentada en la localidad francesa de Nantes por una ciudadana nigeriana que manifestó estar siendo explotada por una compatriota suya, que la obligaba a ejercer la prostitución en la calle y que, según la denunciante, residía en España.

Al cabo de tres meses los agentes detectaron una organización compuesta por ciudadanos de nacionalidad nigeriana y dedicada a la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, con una mujer a la cabeza de su organigrama, que dirigía toda la red desde localidades próximas a Barcelona.

Las labores de captación las realizaba otra mujer que recorría las zonas más deprimidas de Benin City (Nigeria) en busca chicas con una situación personal desesperada y así acercarse a ellas, especialmente aquellas con padres o esposos fallecidos y con importantes cargas familiares a sus espaldas.

De esta manera, les ofrecía venir a Europa para trabajar como prostitutas, prometiéndolas que ganarían mucho dinero, una oferta que dada la situación en que se encontraban las mujeres, estas no podían rechazar.

Hasta su llegada a España, podían pasar cinco meses y en medio un largo camino hasta su llegada a la costa marroquí, desde donde eran introducidas ilegalmente en España en pateras, con todos los trayectos costeados por la responsable de la organización.

Ya en España, eran trasladadas a distintas zonas de Cataluña, donde residía la cabecilla de la red, aunque también se ha detectado la presencia de miembros de la organización controlando a otras mujeres en el ejercicio del prostitución callejera en Málaga.

Aquellas que llegaban a Cataluña, eran distribuidas por diferentes lugares para ejercer la prostitución, para lo cual se las imponía las tarifas que tenían que exigir a los clientes, cómo debían comportarse, así como las estrategias que debían emplear para acercarse a los mismos.

El control que la cabecillas del grupo ejercía sobre las mujeres era total y para ello empleaba tanto amenazas verbales, como violencia física o diversas ceremonias de vudú con las que las aterrorizaba.

Llegó incluso a producirles graves lesiones mediante mordiscos o causándoles con una plancha quemaduras hasta de segundo grado.