Usuarios y consumidores acusan al Banco de España de poca transparencia y excesiva permisividad con las comisiones bancarias. Las quejas expresadas por Adicae o la UCE se suman a las críticas cada vez más crecientes por el papel jugado por el supervisor en las etapas en que lo dirigieron el valenciano Jaime Caruana, hasta 2006, y Miguel Ángel Fernández Ordóñez, hasta 2012. Desde múltiples instancias, incluidos sus propios inspectores, al Banco de España se le ha reprochado que no ejerciera con la autoridad debida una política anticipatoria de supervisión de las cajas de ahorros. Dicho de otro modo, que, mediante las sucesivas inspecciones, no pusiera coto a los desmanes en la gestión que llevaron al hundimiento a numerosas cajas de ahorros y de los que era conocedor. No menos polémica ha sido la política seguida por Ordóñez de propiciar la fusión de entidades cuyos balances estaban gangrenados, con Bankia, fruto de la fusión de Bancaja y Caja Madrid, como gran emblema. El Banco de España también se encuentra en el ojo del huracán por las preferentes, cuyas emisiones incentivó cuando las entidades financieras, con la crisis ya golpeándolas por todas partes, necesitaban capital de primera calidad y colocaron masivamente entre su clientela estos productos híbridos que computaban como capital.