«Ahora mismo estoy muy ilusionado, si no existiera la pintura, en este momento en mi vida habría una puerta cerrada y a mí se me ha abierto una ventana», confiesa José María Camacho. Por esa ventana contempla el mundo y lo interpreta con los ojos del artista, igual que antes lo hacía con la mirada del periodista.

Por eso en su casa el rincón dedicado al periodismo, su oficio de toda la vida, ha dado paso a los óleos y pinceles con los que, en estos tres últimos años, ha despertado una vocación artística que conservaba desde la niñez. «De chico sacaba sobresaliente, era bueno en las dos facetas, el dibujo lineal y el artístico, hasta el punto que pensaba hacer Bellas Artes o Arquitectura, pero como cojeaba con las Matemáticas, me decidí por Periodismo», cuenta.

José María Camacho (Cortes de la Frontera, 1956) es uno de los muchos periodistas españoles que ha visto interrumpida su vocación por la crisis, y eso que durante 23 años fue el corresponsal de ABC en Málaga y como recuerda, «a veces, Zarzalejos o Ansón (los directores) preguntaban si el periódico era hoy de Camacho, por la cantidad de información que metíamos de Málaga».

Tras la marcha forzada del diario, capeó el temporal al frente de la revista Bulevar Málaga, un periodo de transición que acabó a finales de 2011 con el cierre de la publicación. Pero el verdadero aterrizaje en la realidad se lo dio, paradójicamente la pintura, con la que no deja de crear mundos y de experimentar, partiendo en los comienzos de los grandes maestros.

Así, empezó con los mejores, aprendiendo de la técnica de Velázquez o de Gauguin. «Tengo una copia de El Príncipe Baltasar Carlos a caballo, de Velázquez, de por lo menos 1,70. Lo que hago es una interpretación, no tiene sentido una copia y eso me permite las bases para captar los contrastes, las luces e incluso la técnica de pintar al óleo».

Pinta hasta cinco horas al día, cuatro días por semana y explica que la pintura le ha servido de «terapia personal» para este nuevo escenario vital que, por cierto, ya le está dando algunas alegrías: una de sus obras fue la más votada por los internautas en el art meeting point del hotel Hydros de Benalmádena, lo que le deparó una exposición.

Después de mostrar sus cuadros inundados de color, con guiños a los impresionistas y al realismo - con certeros y a la vez poéticos retratos- en el hotel Vincci de Málaga en 2012, ahora le llega el turno al antiguo Parador de San Rafael (Parador de Turismo de la Junta), donde estará hasta el 28 de junio, con 40 cuadros a la venta.

En el camino, dos de sus creaciones han aparecido en la reciente película Las Hijas de Danao, del director Frank Kapilla. Una de ellas es un detalle de El desembarco de María de Medicis en el puerto de Marsella, un cuadro de Rubens, artista a quien considera «el Homero de la pintura».

En la muestra del Parador de Turismo José María Camacho, que sigue considerándose «un periodista que pinta», ofrece una muestra muy variada de su arte, desde paisajes de 20 x 20 centímetros a retratos de mujeres exóticas, sin olvidar la reinterpretación de sus admirados impresionistas.

Una composición de cuatro cuadros muestra un paisaje que varía no sólo por el paso de las cuatro estaciones, sino también por la técnica pictórica: realismo, impresionismo, puntillismo y abstracción.

Sin querer abandonar el periodismo -colabora semanalmente con el periódico elEconomista- José María Camacho ha descubierto que ya no puede vivir sin la pintura, la vocación que le ha hecho pasar de la hoja de la crónica o el reportaje al óleo lleno de color.