A pesar de la crisis y del paro, el precio de la luz en España sigue siendo más caro que en muchos otros países de Europa. ¿A qué se debe tanta obstinación?

Ciertamente el recibo de la luz en España es alto, pero lo es porque se le cuelgan muchísimos sobrecostes impositivos. Por ejemplo, el impuesto moratorio del carbón y de la energía nuclear, el de las renovables... Si realmente se pagara en exclusiva por la energía, el transporte y distribución las facturas se abaratarían de media un 40 por ciento. Y ése sería el coste real del servicio, que es algo que muchas veces ignora el cliente.

El ministro Soria tilda la factura de «galimatías». Es más, ha anunciado un plan de clarificación.

Sí, y estaría bien que en ese caso se especificara cada concepto que paga el consumidor. Estamos hablando de casi la mitad de la factura ordinaria.

Hablando de lagunas comunes, ¿en qué consisten los contadores inteligentes? ¿Realmente supondrán un beneficio para el cliente?

Los contadores inteligentes suponen una nueva directriz que marca el Gobierno y nosotros estamos obligados a cumplir. En este caso, resulta positiva. Y además desde el punto de vista de las empresas y del consumidor, que tendrá información a cada momento de su consumo e incidencias que se puedan producir. Aumentan los datos y aumenta el contacto entre el cliente y las distribuidoras.

¿Cómo está afectando la crisis a las pequeñas distribuidoras? ¿Peligra la supervivencia del sector?

Confiemos, insisto, en que la administración no deje morir a compañías centenarias que lo estamos pasando mal; en primer lugar por la crisis, pero también por los recortes sostenidos en aspectos que también son fundamentales para el ciudadano como el mantenimiento de la calidad de las instalaciones. Las multinacionales disponen de otras actividades para compensar las pérdidas. En nuestro caso, no. Y además, con el coste para la red.