Los primeros datos históricos escritos acerca de los mártires se remontan al año 858 cuando Usuardo, monje benedictino francés, fue enviado a nuestra Península por el rey Carlos el Calvo, para que trasladase a Francia unas reliquias de mártires, y al mismo tiempo recogiese material para la redacción de su libro Martirologio. En él incluyó la historia de Ciriaco y Paula.

Este relato de Usuardo fue tomado por Inocencio VIII en la carta que dirigió a los Reyes Católicos a raíz de la toma de Málaga. El Papa certificó que los santos padecieron en Málaga el martirio, siendo apedreados hasta morir. Así lo testifica el P. Florez en su España Sagrada.

Pero antes de Usuardo, la primera referencia oral sobre nuestros mártires es el Himnario mozárabe litúrgico toledano; se conoce una copia por el siglo X, de un mozárabe llamado Mauricio. Se supone que desde el siglo VI al VII empezó a cantarse estos himnos, uno de los cuales estaba dedicado a Ciriaco y Paula, es decir, dos o tres siglos antes de Usuardo, tres o dos siglos después del suplicio de los santos.

En el siglo XIX Francisco Guillén Robles en su obra Historia de Málaga y su Provincia, negó con insistencia que los mártires fueran sacrificados en Málaga, y afirma que el martirio tuvo lugar en Cartago de África; y razona su opinión estudiando los textos de Usuardo, el himno mozárabe de Mauricio, y otro documento de Rabbí ben Zaid, también llamado Recemundo o Rosemundo, obispo de Illíberis, y uno de los secretarios de Abderramán III. También, años después, Joaquín Díaz de Escovar se sumó a la opinión de Guillén.

Sin embargo, revisando el libro de Emilio Ruiz Muñoz, canónigo archivero de la Catedral Los Santos Mártires Ciriaco y Paula, del año 1916, con un prólogo del R.P. Fidel Fita, director, por entonces, de la Real Academia de la Historia, aquél explicaba minuciosamente, consultando los mismo textos que estudió Guillén Robles, y a otros muchos, y apoyándose en la traducción del latín del Himno que realizó Simonet, la cual consideraba muy autorizada, frente a la no correcta o libre de Guillén, el cual al traducirlo también interpretó mal el texto de Usuardo -según Ruiz Muñoz-; con todos estos datos Ruiz afirmaba rotundamente que los santos fueron martirizados en Málaga.

Usuardo, cuando viajó a la Península contactó con la iglesia mozárabe, a ésta se lo había transmitido la iglesia visigoda, la cual a su vez lo había aprendido de la iglesia primitiva romana, sede de la lapidación de nuestros mártires, con ello Ruiz Muñoz probaba la verosimilitud del emplazamiento de los mártires.

Pero contrastando todas estas opiniones históricas, en realidad, en ninguno de los documentos se afirma con claridad el lugar exacto dónde se realizó el martirio, el mencionarse las dos ciudades en los textos, ha llevado a su dudosa interpretación: unas veces de Málaga y otras de Cartago. Lo que sí es cierto, es que esa es la tradición desde tiempo inmemorial: el sacrificio de los santos malagueños y la antigüedad del patronazgo alcanza ya cinco siglos, y se remonta a los días de la conquista, poniéndose entonces bajo su advocación una parroquia de las cuatro que los Reyes Católicos fundaron en nuestra ciudad: la de los Santos Mártires Ciriaco y Paula.

Por si esto no fuera suficiente, cuando en 1494 aquellos mismo reyes conceden a Málaga su escudo de armas, la vinculan para siempre a los Santos Mártires y sus efigies figuran en el blasón que, como símbolo, representa desde ese momento a la ciudad.

Según Medina Conde, ya en 1507 y 1567 hay acuerdos en el sentido de celebrar la festividad de San Ciriaco y Santa Paula el 18 de junio, día en que sufrieron el martirio; y el 16 de junio de 1582, los Cabildos municipal y eclesiástico de nuestra ciudad, representados por el obispo y dos diputados municipales, hicieron voto solemne de guardar día de fiesta, con obligación de oír misa, el 18 de junio. En el mismo Cabildo, mandó hacer la Ciudad dos estatuas de plata de los santos, para llevarlos en procesión desde la ermita a su parroquia todos los años en su día.

En 1604 la Ciudad donó las mencionadas imágenes de plata de los santos patrones al Cabildo catedralicio para que se llevasen en procesión el 18 de junio a la Catedral y se ratificaron en guardar como día de fiesta este día 18 de junio. Estas imágenes fueron sustraídas por las tropas francesas en 1810.

Existió, además, una ermita fundada en 1630, y restaurada en 1687 ­-según Medina Conde- situada «en el camino que del Guadalmedina iba al Arroyo del convento de los Ángeles, y Trinidad, entre ambos caminos»; de ahí que esa zona reciba el nombre de Martiricos, ya que se piensa que allí fueron lapidados los santos.

Según el P. Morejón, y más tarde el Marqués de Valdeflores, la advocación de estos santos patrones estaba muy arraigada en nuestra ciudad, y ambos relatan que la ermita estaba situada en el centro, como en una isla, rodeada de tres arroyos.

En 1987, al coincidir el 18 de junio la festividad los patrones de la ciudad, Ciriaco y Paula, con la del Corpus, la Iglesia diocesana, ese año, trasladó la celebración de aquéllos al día siguiente, viernes 19, mientras que el Cabildo municipal sustituyó dicha festividad, como jornada no laboral, por la del 19 de agosto, día en que se conmemora la entrada de los Reyes Católicos a la ciudad de Málaga, después de su reconquista. Así quedó establecido para años sucesivos, desapareciendo la celebración de los mártires Ciriaco y Paula.

Sin embargo, en el Pleno del Ayuntamiento de 27 de septiembre de 2012, se acordó restablecer esta festividad a su fecha inicial. Así, a partir de este año, de nuevo el 18 de junio será la fiesta local de San Ciriaco y Santa Paula, los patrones de Málaga.