El Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) define esta actividad como la forma que tienen las empresas de preocuparse «por todos los aspectos que sus acciones generan sobre sus clientes, empleados, accionistas, comunidades locales, medioambiente y sobre la sociedad en general». Pero tras la teoría está la práctica, y qué mejor que desayunar con los representantes de empresas e instituciones de Málaga que cuidan al máximo su RSC como una forma de consolidar la imagen que proyecta sobre la sociedad e incluso aumentar los beneficios, para conocer este tipo de actividades a las que no renuncian ni en tiempos de crisis.

Para algunos, como el director gerente de la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias Luis Olavarría, la Responsabilidad Social Corporativa es una opción irrenunciable por el mero hecho de tratarse de una empresa pública «que está sometida continuamente a la crítica de la sociedad». «El compromiso social es nuestra razón de ser, y ahora más que nunca debemos revisar cómo hacemos las cosas», explica el directivo del 061. Para otros, la RSC no es nada nuevo. Así lo explica Eduardo Martínez, Relaciones externas de Coca Cola en Málaga. «La RSC ha existido siempre, sobre todo en las grandes empresas a través de la cultura o el deporte», dice Martínez antes de matizar que estas actividades no sólo consisten en ayudar a un comedor benéfico y a las ONG, «algo muy necesario durante esta crisis», sino, por ejemplo, fomentar concursos de escritura entre los más jóvenes. En la misma línea se explica Francisco Cobo, responsable de RSC del Club de Marketing de Málaga y que asegura que aunque el ciudadano sobreentiende que las grandes empresas destinan parte de sus beneficios a la RSC, lo ideal sería que esta filosofía también llegara a las pequeñas y medianas empresas. «Esa responsabilidad debe surgir en el mismo momento en el que se piensa en crear una empresa. Esto ayudará a que tenga una visión a largo plazo», puntualiza.

Para María Márquez, responsable de Marketing, Calidad, Medio Ambiente y Atención al Cliente de Ibericar Málaga, la RSC es una política de empresa «desde el primer día que llega el empleado, cuando le entregamos un manual de acogida en el que le informamos de nuestra política medioambiental, los acuerdos que tenemos con los colegios, campañas de seguridad vial, colectas, etc.», incide.

El debate gana en interés cuando aparece por primera vez la palabra dinero, un término que todos coinciden en subrayar que no es lo más importante en materia de responsabilidad social corporativa. El primero en remarcarlo es Andrés Olivares, a pesar de que para la fundación que lleva el nombre de su hijo sí es necesario por dedicarse a cubrir las necesidades de familias con niños enfermos.

Sin embargo, Olivares subraya la importancia de la colaboración entre las instituciones, el hoy por mí y mañana por ti entre el sector privado y público para sacar proyectos adelante. Y pone ejemplos. Primero, mirando a Bocanegra, dice que sabe que podrá contar con las instalaciones de su restaurante cada vez que lo necesite para atender a los padres de un niño enfermo que no pueden permitirse una cena.

Después, dirigiéndose a Olavarría, cuenta cómo Carlos Haya les pidió un vehículo para trasladar a un niño desde el Materno y desde la fundación se las ingeniaron para conseguirlo.

«La imaginación es muy importante», asegura Eduardo Martínez para explicar que no siempre se puede tirar de la caja y destaca enérgicamente el papel de los voluntarios en los eventos benéficos e insiste: «La voluntad y la imaginación es lo más importante. Yo siempre pongo de ejemplo a los Ángeles de la Noche porque levantan la moral de cualquiera cuando hablan de Santo Domingo». Otro de los puntos más interesantes del debate llega cuando los tertulianos se detienen en la publicidad que las empresas puedan hacer o no de sus actividades y sobre los beneficios que se pueden obtener. Aquí Martínez defiende que hay cosas que sí se deban dar a conocer y otras no. «En nuestra empresa hay muchas cosas que quedan entre los empleados. Es como el que va a la iglesia con un sobre y quiere mantener su anonimato», explica. Belén Gaspar, gerente de la Fundación Andrés Olivares, subraya la necesidad de la discreción, aunque también aboga por la divulgación para que la gente copie comportamientos y se anime a colaborar. Manuela Aránega, presidenta del Club de Marketing de Málaga, remarca esa discreción como una política de RSC de algunas empresas, como una conocida marca de alimentación que prefiere no hacer publicidad de sus acciones solidarias por los celos que a veces se crean entre los colectivos. «Es cierto que no se puede ayudar a todo el mundo», apunta.

Beneficios económicos

Sobre los beneficios, el gerente del 061 explica que en una empresa pública como la que representa no espera nada de la cuenta de resultados. «Sólo buscamos reputación, un apoyo social que nos hará más perdurables. La confianza social es parte de nuestro plan estratégico», indica Olavarría sobre las actividades que los empleados de la empresa hacen de forma voluntaria para enseñar a los jóvenes hábitos saludables, cómo actuar ante problemas cardíacos, etc.

Cuando se habla de beneficios, el gerente de la Casa Ronald McDonald en Málaga, Vicente Moros, también deja a un lado el dinero. «Mi experiencia me dice que las empresas y la sociedad van conociendo más qué es la RSC. No es un lavado de imagen, sino una cuestión de ética», explica Moros antes de incidir en los beneficios puros y duros. «Sin duda será positivo para la cuenta de resultados, ya que los empleados que participan en este tipo de actividades «se involucran y se siente más a gusto en la empresa y rinden mejor. En todo caso, lo importante es la transparencia y que no se piense sólo en el dinero, sino en que la ética evolucione desde el empleado base hasta el consumidor», abunda Moros. Para Manuela Aránega no hay dudas y habla de la RSC como «un factor diferencial de compra» para los clientes que conocen los compromisos sociales de las marcas.