En 1784, en un descanso de su brillante carrera en América, Bernardo de Gálvez pasa un tiempo en Madrid, donde reside en la calle de Alcalá. En la capital de España un artista de la corte de Carlos III le pinta un retrato. A la muerte del general en 1786, el cuadro pasa a la viuda y luego a la hija del militar, Matilde de Gálvez Saint-Maxent, que fallecerá en Málaga en 1839 en una casa del Perchel, informa Manuel Olmedo. Los hijos de Matilde de Gálvez venden el retrato en una almoneda y será un miembro de la familia Moll quien lo adquiera entonces. En la actualidad lo conserva una nieta del doctor Gálvez, ya que el conocido médico se casó con María Moll, de la familia que compró el cuadro. El doctor Gálvez no tiene conexión con los Gálvez de Macharaviaya.