Conquistada Málaga el 19 de agosto de 1487 por los Reyes Católicos, muy pronto acudieron aquéllos al problema más urgente que era la organización social y económica de la ciudad: el reparto de casas, heredades y tierras a los nuevos pobladores cristianos. En lo que se refiere a los baños árabes figuran como favorecidos: la Iglesia y el noble don Sancho de Rojas, maestresala de SS. MM., y su mujer doña Margarida de Lemos.

Hubo una excepción, pero más tarde fue derogada: por una cédula real de 13 de marzo de 1489 los Reyes le concedieron al entonces primer corregidor de Málaga, Garcí Fernández Manrique «…un horno e un baño…» Sin embargo, le había sido concedida a la Iglesia con anterioridad, el 26 de junio de 1488, de una forma general, todos los baños árabes de la ciudad, entre otras muchas donaciones hechas a la Corporación Eclesiástica. Así, en el Tomo I de los Repartimientos, al folio 144v, leemos: «El Cabildo de la Yglesia mayor de Malaga...nos fezimos merçed al dicho cabildo de veynte mezquitas de las desa çibdad i de todos los baños...».

Suponemos que aquella protestaría ante los Reyes, y así, un año después, don Fernando, en otra cédula real de fecha 10 de octubre de 1490, rectificó devolviéndole a la Iglesia el horno y el baño, y ordenando, como compensación, le diesen tierras a Garcí Fernández.

Fueron tasados el horno y el baño en 100.000 maravedíes, y a cambio le dieron tierras situadas en Chilches, tasadas éstas en 11.000 maravedíes.

Hubo otro problema entre el Cabildo Municipal y el Eclesiástico: el 5 de julio de 1490 acordó el primero pedir a la Iglesia el baño árabe situado en la plaza de las Cuatro Calles -hoy Plaza de la Constitución, donde se encuentra actualmente el Pasaje de Heredia- para convertirlo en cárcel.

Después de renovadas peticiones, el Ayuntamiento, hacia 1500, consiguió el baño árabe a cambio de ciertas tiendas que cedió a la Iglesia en aquella misma plaza. Las obras de acondicionamiento le costaron al Consistorio de la ciudad 150.000 maravedíes. Parece ser que las tiendas que cedieron de sus Propios a la Iglesia, al estar arrendadas, no tributaron a aquélla durante muchos años.

En 1514 el Cabildo Catedralicio demandó al Municipal; el pleito siguió su curso y en 1515 se llegó a una transacción entre ambas partes: el Ayuntamiento entregó en propiedad a la Iglesia diferentes censos perpetuos que tenía de casas de baños en la calle de Mercaderías -actual Santa María-, frente al palacio Episcopal, y otros en la calle de Parras -actual Cintería-. El Cabildo Eclesiástico era propietario, además, de los baños situados en las huertas de la ciudad.

Sin embargo, en el siglo XIX, aún quedaban restos de baños árabes en nuestra ciudad, cuyo estado de conservación era bastante precario. Estuvo situado en la calle de Santo Domingo -actual Sebastián Souvirón-, a espaldas de las Atarazanas. Tenía unas especiales características que lo separaban de otros baños propiedad de la Iglesia, ya que no fue aprovechado por ésta en la edificación de ningún convento.

Así, la primera referencia que tenemos data de una guía de Benito Vila, del año 1861, en la cual los describe minuciosamente: «En la calle de Santo Domingo existe todavía unos baños que fueron árabes y que hoy son almacenes de los señores Hernández y Sedeño de este comercio…»

Años más tarde el arquitecto Manuel Rivera Valentín daba una conferencia el 8 de junio de 1874, titulada Del Arte árabe en Málaga y, entre otras cosas decía: «…Existen unos baños en los subterráneos de una casa de la calle de Santo Domingo, cuya construcción debe ser anterior al siglo XI. Estos restos son, a juzgar por su disposición, de unos baños...».

Al parecer, el edificio estaba en ruinas; unos años después, y con objeto de realizar la apertura de la futura calle Olózaga, el Ayuntamiento procedió a su expropiación y demolición consiguiente. El 5 de julio de 1879 el entonces arquitecto municipal, Joaquín de Rucoba, envió un informe al alcalde, adjuntando un plano, comunicando el estado ruinoso del edificio. Ello dio comienzo a la formación de un expediente administrativo de expropiación de la citada casa. Ésta tenía una extensión de 345,31 metros cuadrados. La longitud de la fachada era de 5,60 metros, con un solo hueco de puerta y otro de ventana en el piso principal.

Después de una serie de trámites administrativos, el 5 de febrero de 1880 se acordó demoler dicho inmueble, que se inicia el 20 de octubre, perdiéndose con ello los últimos restos de baños árabes que había en la ciudad.

Siglo XIX. Desamortización

Con el paso del tiempo y con el cambio de costumbres y modas, estas antiguas casas de baños árabes se fueron perdiendo; y es lógico pensar que la Iglesia -dada la escasez de agua que había en la ciudad- al ser propietaria de estas casas de baños árabes, instalase a lo largo de los años, junto o dentro de estas casas, algunos de los numerosos conventos que había en la ciudad.

En 1836 con la Desamortización de Mendizábal, estos conventos fueron vendidos a particulares, y así nos encontramos que las nuevas casas de baños en este siglo están o bien en antiguos conventos: Las Delicias -convento de los Franciscanos-; Baños de Belén -primitivos baños árabes, y sede después de las Carmelitas Descalzas-; o bien inmediatos a algún convento: Baños Ortiz situados en la calle Casapalma, detrás en la calle de la Gloria, el convento de las monjas Dominicas del Ángel; Baños Hidroterápicos en el Pasaje de Sargento -en calle de Ollerías a las espaldas del Instituto Gaona, antiguo convento de los Filipenses-. Es decir, en los lugares estratégicos donde había agua en abundancia.

Estas casas de baños de agua dulce fueron desapareciendo poco a poco a comienzos del XX, con el progreso y cuando las mejores condiciones sociales y económicas permitieron la incorporación de cuartos de baños o aseos en todas las viviendas. Una excepción pudo ser el Salón Roma -que fuera del ámbito de los conventos y en una urbanización entonces moderna, se inauguró en 1891 en la calle de Larios-, cuyas especiales características hizo que perdurase hasta 1950.