El verano de 2013, que encara ya su recta final, está siendo muy duro para los agricultores malagueños, que vienen sufriendo continuos robos tanto de fruta de la temporada como de instalaciones y material de trabajo. «Los últimos veranos han sido siempre muy complicados, pero éste ha sido especialmente intenso», comenta el presidente del colectivo Asaja Málaga, Carlos Blázquez, que reconoce una sensación de «impotencia» en el sector ante las «decenas de hurtos» sufridas en estos últimos tres meses. El ansia de los ladrones se ha centrado sobre todo en la producción de melones y sandías y en las cosechas aún inmaduras de aguacates y mangos, la producción que por estas fechas prima en el campo malagueño. A los ladrones no parece importarles que estos golosos cultivos de subtropicales se encuentren aún en fase de maduración -la cosecha no empezará hasta los próximos meses- y no dudan en colarse en las fincas para robar los pequeños frutos y revenderlos luego ilegalmente en mercadillos o puestos de carretera.

Ayer por la mañana, sin ir más lejos, Francisco Torres, socio de Asaja y copropietario de Sandías Miguel Torres, en Alhaurín de la Torre, fue alertado pasadas las diez de la mañana de la presencia de unos individuos que estaban sustrayendo de su finca aguacates en sacos. El agricultor tuvo tiempo de avisar a la Guardia Civil, que sorprendió a tres personas cuando se llevaban unos 150 kilos de aguacates.

«Llegaron en un coche, rompieron la alambrada y empezaron a coger los aguacates. No les importaba actuar a la luz del día y menos mal que los hemos descubierto porque si no se hubieran llevado eso y mucho más», comentaba ayer a este periódico Torres tras haber puesto la correspondiente denuncia. No es la primera vez que sufre hurtos. La semana pasada sufrió también el robo de un transformador eléctrico valorado en unos 12.000 euros. Y es que los cacos también tienen entre sus objetivos herramientas, cable de cobre, canalizaciones de riego e incluso vehículos como los tractores, que luego desguazan para revenderlos como chatarra.

Más presencia disuasoria Asaja insiste en que los agricultores viven una situación «límite» y viene reclamando desde hace semanas una presencia más continuada de las fuerzas de seguridad por las fincas de la zona. También exigen «sanciones ejemplares» para los intermediarios que compren o subastan mercancía que se sabe que es robada y que no cumple las condiciones mínimas de madurez para su consumo.

Blázquez afirma que los ladrones conocen todas las argucias de la ley y se las arreglan para que el material sustraído que transportan nunca sobrepase los 400 euros de valor ya que en este caso el Código Penal, a la espera de su reforma, lo considera falta y no delito.

«Ellos conocen las normas perfectamente y cuando roban, realizan varios transportes, para que nunca los pillen con cantidades por encima de ese valor», lamenta Blázquez que, sin embargo, anima a todos los agricultores a denunciar cualquier robo que sufran, por nimio que sea. El sector, de hecho, ha trabajado últimamente con el Ministerio de Interior de cara a endurecer la normativa.

Asaja señala que los robos se reparten por toda las comarcas de la provincia, aunque en verano son la Axarquía y el Guadalhorce las zonas más afectadas por el tipo de cultivo que albergan. Blázquez advierte de que si la situación no se ataja vivirán un otoño igual de complicado, ya que se avecinan campañas como el olivar de Antequera o la castaña en Ronda.

«El año pasado ya hubo muchos robos de aceituna de mesa y de castañas. Sabemos que es imposible que los agentes estén patrullando continuamente los campos pero sí pedimos que se hagan inspecciones aleatorias que disuadan a los ladrones. Que las fuerzas de seguridad se dejen ver más, para que los ladrones no sepan en realidad cuándo va a aparecer», afirma. En este sentido, destaca el positivo efecto que tuvieron las patrullas a caballo que realizaron agentes de la Guardia Civil el pasado año en Antequera o la gran colaboración que mantienen los agricultores con el Ayuntamiento de Vélez Málaga y su Policía Local.

Desarticular puntos de venta Sin embargo, el presidente de Asaja opina que la labor más efectiva de las fuerzas del orden debería centrarse en la desarticulación de los puntos de venta donde se distribuye la mercancía robada. «Si no hay sitios donde vender a los ladrones no les saldría rentable robar», asegura Blázquez, que apunta a ciertos negocios de chatarrería o personas que ocupan puestos en mercadillos y que compran la mercancía a pesar de conocer su origen ilícito. «El 99% de las chatarrerías son legales pero cuando alguien va a vender mercancía robada siempre hay uno que compra, a pesar de saber de dónde viene», explica.

Desgraciadamente, no todos los casos de robos acaban con su correspondiente denuncia, ya que, como reconoce Asaja, algunos agricultores «todavía consideran erróneamente que denunciar sólo sirve para perder varias horas en papeleo». Es por ello que esta asociación recuerda a sus asociados y a todo el sector la necesidad de poner en conocimiento de las fuerzas del orden cualquier sustracción.

«Denunciar es tedioso pero hay que hacerlo porque entonces los robos pasan inadvertidos y nunca se activará un mayor servicio de vigilancia», concluye Blázquez.