La Mundial. Para muchos no significará demasiado. Pero detrás de esas dos palabras se esconde el mal que ha atenazado a Málaga durante los últimos años. El afán por destruir edificios antiguos con el argumento de la modernidad y la búsqueda de empleo nos está convirtiendo en una ciudad vulgar, sin personalidad. Una de tantas que llenan su paisaje de edificios iguales de altos, iguales de especuladores e iguales de insulsos, por mucha firma que lleven estampado en su proyecto arquitectónico. Los folios podrán ser de marca Louis Vuitton y el proyecto lo firmará el galardonado Moneo, pero en el fondo se trata de lo mismo. Destruir un patrimonio único e irremplazable por otro edificio más que busca en la altura compensar no se sabe qué complejo masculino de su autor.

El Hostal La Mundial ocupaba un edificio abandonado y casi en ruinas -es lo que pasa cuando un propietario se empeña en tenerlo cerrado y abandonado tanto tiempo-. Del hostal queda un recuerdo y un cartel, pero es un edificio de Guerrero Strachan, que es el equivalente a Gaudí en Málaga. Sin embargo una empresa se ha cruzado en el camino de este inmueble proponiendo destruirlo, eliminar una calle y construir un hotel proyectado por Moneo, aunque posiblemente sea un acólito de cuarta categoría quien haga el trabajo y el susodicho ponga su firma tras corregir algunas líneas.

Como somos así de catetos, el Ayuntamiento de Málaga le puso una alfombra que no fue roja, sino de oro, para permitirle la destrucción del edificio. Modificó todo el planeamiento urbanístico para permitir construir diez plantas de altura en toda la ribera del Guadalmedina que bordea con el Centro. Así no sólo sentención La Mundial, sino que abre la puerta a que la fachada del Centro por el río sea un muro de edificios altos en el futuro.

Crisis

Una de las pocas cosas buenas que ha tenido la crisis es que ha paralizado muchos proyectos disparatados. El de La Mundial está entre ellos, pero la amenaza continúa. Se habla de que creará empleo. Se habla de que el edificio está en ruina. Se habla de que es Moneo. Se habla, en definitiva, de la destrucción de un edificio único, que una vez pase por la piqueta desaparecerá de la faz de la tierra y, con él, un trono de historia y patrimonio de la ciudad. Algo que no tiene otra ciudad, como sí habrá edificios parecidos al hotel de Moneo. De eso se habla en realidad, eso es lo que se dice detrás de tanta palabrería.

Parece que nadie se acuerda de los parados salvo para justificar tropelías de ese tipo. Eso sí, si el edificio se cae saldrá alguien diciendo que era imposible de salvar. No, perdona, siempre se puede salvar un edificio si se quiere y se obliga. Hay instrumentos para ello. Sólo hay que pedirlo.

Orgullo

Salvar La Mundial no es una cuestión sólo de tomar una empresa quijotesca y perdida. Es por orgullo de ser malagueño, de querer la ciudad por encima de políticos que pasarán y se olvidarán. Por eso y por otras muchas razones: Salvemos La Mundial.