La idea del ingeniero malagueño José Antonio Segura de llenar un contenedor de 12 metros largo con medicamentos, alimentos no perecederos, colchones, material escolar y sillas de ruedas, entre otras cosas, para enviarlo a la República del Congo, está calando dentro y fuera de la provincia. Montar el dispositivo no está resultando fácil, pero el apoyo de numerosos particulares, instituciones y empresas locales está dando alas a un proyecto que se fraguó hace un par de meses y que va tomando forma. Ya hay varios puntos de recogidas para las donaciones y están intentando que una empresa especializada en transporte marítimo se encargue de llevar el contenedor hasta Pointe-Noire.

José Antonio llegó a África por motivos laborales. Y aunque espera regresar en breve, antes está empeñado en tender un puente de solidaridad entre su ciudad natal y Pointe-Noire para hacer más llevadero el día a día de un país en el que la pobreza se hace visible en casi todos sus rincones.

Hace un par de semanas estuvo en Málaga para disfrutar de los suyos, pero también para pegar a muchas puertas. Algunas se abrieron, otras no, y no por falta de insistencia. Con todo, en apenas unos días consiguió algo fundamental para sacar adelante esta iniciativa: un local donde almacenar las donaciones de particulares y empresas. Aquí el Ayuntamiento de Málaga, que admitió su sorpresa cuando vio que no iban a pedirle dinero, ha respondido de forma positiva y le ha cedido un local en Tabacalera.

Junto a este punto de recogida, han surgido otros satélites no sólo en Málaga, también en Écija, donde una clínica se ha ofrecido a recoger donaciones. En la ciudad, además del pequeño almacén municipal, cuenta con la colaboración de una iglesia en Campanillas, un despacho de abogados en calle Echegaray y dos puntos de recogida en Colmenar y Periana.

Respecto a las donaciones, los primeros en sumarse a esta iniciativa fueron las empresas malagueñas Mi Colchón, que ha donado 50 colchones fabricados especialmente para esta recolecta, y Ceregumil, que entrega 100 kilos de su conocido complejo vitamínico. Conservas Ubago, con 5.000 latas de caballa y 550 kilos de gulas, Café Santa Cristina, con 500 paquetes de café, y Aceites El Niño, que está pendiente de confirmar cuál va a ser su aportación, han sido las últimas empresas en confirmar su disposición a colaborar.

Pero las donaciones no acaban aquí. El Club Baloncesto Málaga, Unicaja, se ha comprometido a entregar equipaciones deportivas, así como mobiliario usado que podría destinarse a escuelas rurales del Congo.

Las redes sociales, comenta, están teniendo un papel fundamental en la difusión de la iniciativa Málaga por el Congo. Tal es así, que una guardería de Sevilla les ha ofrecido siete mesas, 25 sillas y 200 piezas entre chándal y equipaciones. El Club Deportivo El Torcal también les va a donar material deportivo.

Sabedor de que la situación por estos lares no es nada boyante, José Antonio explica que «con lo que se desecha por antiguo u obsoleto [mobiliario escolar o sillas de ruedas] se puede ayudar muchísimo al desarrollo» en una zona situada a 7.000 kilómetros de Málaga. Pero también hace falta alimentos no perecederos y medicamentos, así como voluntarios para organizar las donaciones.

Para recolectar arroz, azúcar, pasta, leche o legumbres, ha contactado con varios colegios de la ciudad para ver la posibilidad de celebrar alguna campaña de alimentos entre los escolares. Respecto a los medicamentos, la situación se tercia más complicada. Comenta que allí hacen falta antibióticos, paracetamol o antiinflamatorios, pero no caducados, porque nunca pasarían la aduana.

Sirva como anécdota que medicamentos, vendas y jeringuillas que José Antonio llevó en julio a su regreso de unas mini vacaciones en Málaga, han terminado en un pequeño poblado pigmeo del norte del Congo. De eso se encargó el arzobispo de Pointe-Noire, el español Miguel Ángel Olaverri, también responsable de Cáritas en esta zona del Congo y encargado de que todo lo que se recolecte ahora en Málaga llegue a su destino.

Pero más allá de esta anécdota, este malagueño continúa apelando a la solidaridad de su ciudad natal. En unos días llegará a Málaga Jaime Ruiz, compañero de trabajo en el Congo y con domicilio en la capital, para continuar recabando apoyos. Los interesados pueden contactar con ellos a través de malagaporelcongo@reusable.es y www.esposible.hazblog.com.

El pequeño gesto de regalar libretas

La iniciativa Málaga por el Congo surgió hace un par de meses gracias a la ayuda desinteresada que la dependienta de un pequeño comercio de El Palo ofreció a José Antonio, quien aprovecha sus visitas a su ciudad para llenar la maleta con material escolar, medicinas, balones... Le contó que buscaba libretas pequeñas de cuadritos y que las quería para enseñar a escribir a pequeños congoleños. Dicho y hecho. La mujer las localizó y le preparó una gran bolsa llena de cuadernos y gorras. Pero, es más, se negó a cobrarle porque quería colaborar con él, así que lo pagó de su bolsillo. Sin saberlo, el sencillo gesto de esta mujer, de la que hoy ya sabe su nombre, Carmen, se transformó en una gran iniciativa que hoy suma adeptos.