La prisión de Alhaurín de la Torre se quedó en septiembre de 2006 sin dos de sus `malayas´ más mediáticas después de que el juez que instruye el caso, Miguel Ángel Torres, considerara que su liberación no suponía ningún peligro para la investigación.

La exteniente de alcalde del Ayuntamiento de Marbella, Isabel García Marcos, se mostró satisfecha al salir de la prisión donde permanecía desde abril de 2006 y calificó su situación de "gravísimo error de la justicia", al tiempo que se atrevió a considerarse una "presa política". "Los presos políticos jamás doblan la cervical y yo tampoco la doblo", aseguró García Marcos, quien afirmó que piensa seguir "luchando y llamando a las cosas por su nombre". Asimismo, señaló tener "muchos ases en la manga para demostrar mi inocencia".

La ex edil indicó que su implicación en la trama de corrupción en el Ayuntamiento "no va a poder conmigo, no va a poder con mis convicciones ni con mis principios", aunque consideró que toda esta experiencia vivida ha sido "una tristísima pesadilla no solo para mí, sino para mi familia también".

Reiteró su inocencia e indicó que "nunca me he llevado dinero de nadie", sino que por contra afirmó haber puesto "mucho dinero para trabajar por Marbella", recordando que fue 12 años concejala "sin cobrar salario".

Dinero En cuanto al dinero encontrado en su casa aseguró que siempre ha tenido ahorros en su domicilio "para proteger el futuro de mi hija", tras un divorcio que ha durado 15 años. En este sentido, dijo que los 378.000 euros encontrados en su casa por la policía "lo he acreditado ante el juez y no creo que se vaya a sancionar a estas alturas de la película que una mujer tenga unos ahorros para sacar a su familia adelante".

Manifestó que no se cambió de partido, sino que "me expulsaron por hacer algo que se ve molestó mucho a los partidos políticos". Así, abogó por "analizar seriamente si estamos confundiendo democracia con partitocracia". "La democracia me gusta y la partitocracia no y en este país me temo que tenemos más de lo segundo que de lo primero", apostilló.

"Pienso que de alguna manera se me está haciendo pagar el hecho de haber denunciado muchas cosas y hay gente que se ha enfadado mucho conmigo para haberme represaliado de una forma tan brutal", añadió una García Marcos muy expresiva y sonriente.

Las secuelas fueron más evidentes en Yagüe que, desde el principio, se quejaba de una fuerte depresión, según ha manifestado en más de una ocasión su abogado para solicitar su liberación, y tal y como se pudo comprobar ayer en su silenciosa salida. Sólo dijo estar muy contenta de su nueva situación.

Juntas pasaron 165 días que, a todas luces, quedarán para el recuerdo. Pero no con la misma intensidad. La ex alcaldesa marbellí, amante de la fiesta y del cante rociero, ha pasado los días penitenciarios refugiada en la capilla de la prisión, calmando con oraciones la congoja, mientras su compañera de celda se acogía a aquello del `carpe diem´ para adaptarse lo mejor posible a la vida entre rejas.

Y, según declaraciones de otras reclusas, lo consiguió desde el primer día. "En su salsa", decían que estaba la ex teniente de alcalde.

Cómoda e informal, García Marcos solía unirse al resto de las internas en las actividades que se organizaban en la prisión provincial y, como ella misma reconoció ayer, para ver los programas del corazón en los que un día sí y otro también, la prensa rosa divagaba sobre las supuestas novedades del caso `Malaya´.

Halagos Más tímida y recatada, aunque no por ello menos social, ha permanecido la ex alcaldesa, quien asesoraba a sus compañeras de patio a la hora de escribir las cartas a sus familiares. Una ayuda que ellas supieron valorar halagando la sencillez de ambas políticas, a quienes la mayoría conocía de la televisión. "De hecho, las esperábamos", comentaron entonces.

Los alabos fueron recíprocos y García Marcos, que fue la única que ayer se dirigió a la multitud de periodistas congregados en la puerta de la cárcel, agradeció el apoyo del resto de reclusas a las que consideró "maravillosas", quizás pensando en el grupo de latinoamericanas con el que ambas solían reunirse en las zonas comunes.