«Desde que el PSOE gobierna falta seguridad; los etarras salen a la calle y entran en la cárcel alcaldes honrados». Mucho más comedido que durante los días posteriores a su entrada en prisión, allá por 2007, cuando se revolvió con aires huracanados y achacó todo el proceso a una conspiración socialista ligada al rebufo de la Gürtel, Juan Martín Serón optó ayer por recibir el golpe de la sentencia del Tribunal Supremo sin arrancarse la camisa ni salir al balcón de la plaza. Al igual que ya hiciera inmediatamente después de conocer el fallo de la Audiencia Provincial, el todavía alcalde, redefinido en su estrategia por sus abogados y puede que también por el partido, se guardó las reacciones viscerales para dentro de casa. Y ni hizo declaraciones ni se dirigió a gritos a sus incondicionales.

Callado frente a los micros hasta hoy se ha pasado Martín Serón buena parte de los últimos años de su carrera política. Incluida su última etapa de diputado, en la que, acosado por las acusaciones e intentos de reprobación de PSOE e IU, cultivó un perfil político tan sumamente pasivo que sus adversarios no tardaron en calificar de chulesco. El silencio del regidor, al que su partido renovó los votos de amor públicamente en las últimas municipales, con elogios encendidos por parte de su cúpula directiva, únicamente se quebró en abril de este año, cuando dimitió al frente del PP en Alhaurín El Grande. Serón alegó entonces motivos personales y aprovechó, aunque de un modo infinitamente más morigerado, para lanzar algún recado a los que considera sus perseguidores.

Ayer, y una vez conocida la decisión del alto tribunal, este periódico trató sin suerte de conocer sus valoraciones. El alcalde tiene la lección bien aprendida y, a través de los servicios municipales, rechazó cualquier posibilidad de pronunciarse. Con su mutismo se reforzó si cabe más aún el protagonismo de los pesos pesados de su partido, cuya opinión también ha evolucionado en matices y tono desde que arrancó el caso. De las palmadas en el hombro y la defensa entusiasta posterior a la detención a la templanza con la que se reaccionó tras la primera de las condenas, la de la Audiencia Provincial, que fue recibida por el secretario provincial del PP, Francisco Salado, con respeto hacia la justicia, aunque, eso sí, dejando claro que la formación estaba convencida «de la inocencia» de su más problemático lugarteniente. El presidente del partido en Málaga, Elías Bendodo, en cambio, se cuidó ayer mucho de arropar públicamente a Serón, si bien dejó otro titular que a buen seguro será discutido con uñas y dientes en el terreno de la liza política. Bendodo pidió tiempo para analizar la sentencia, de cincuenta folios, pero en ningún caso pidió la dimisión inmediata del regidor, al que los tribunales exigen 220.000 euros y un año fuera del ruedo de los cargos públicos. «Se tomará una decisión en los próximos días. El partido respeta escrupulosamente la decisión de un juez. Nos guste o no. No lo pueden decir otros partidos como el PSOE, que sí critica las decisiones judiciales», señaló.

Precisamente, la falta de castigo doméstico a Martín Serón fue muy criticada por el PSOE, que, al igual que IU, afeó al PP el respaldo ofrecido en los últimos cinco años al ya procesado regidor de Alhaurín El Grande. El secretario andaluz de Política Municipal de los socialistas, Francisco Conejo, pidió a los populares que actúen con «la responsabilidad que no han tenido hasta el momento». «Los dirigentes pusieron la mano en el fuego por él y se han acabado quemando», declaró.

Por su parte, la portavoz provincial de Izquierda Unida, Dolores Quintana, la emprendió directamente contra la controvertida figura de Serón, al que acusó de «haberse beneficiado de su cargo» con una política «oscurantista y dictatorial». La parlamentaria pidió en este sentido al PP que «ponga orden». Sin duda, un mal trago para los populares. Especialmente, en el pulso de limpieza y resistencia frente a la corrupción que libra intermitentemente desde hace más de una década con el PSOE.