Cuando el pasado 20 de mayo Ignacio Márquez terminó sus cinco años de residencia en la Unidad de Enfermedades Infecciosas de Carlos Haya se marchó a casa. Después de cinco años «de mucho esfuerzo», no tenía trabajo. Tres semanas más tarde, le tocó la lotería en forma de contrato como internista en la misma unidad donde se había formado. Su historia ha transcurrido paralela a la de su compañero de promoción MIR Alfredo Rodríguez, médico que hizo la residencia en la Unidad de Cirugía Ortopédica y Traumatología del mismo hospital, donde desde el pasado 1 de octubre trabaja como especialista adjunto.

Ahora han sido elegidos los mejores residentes por su trayectoria formativa y científica en la categoría de especialidades de cinco años en la provincia de Málaga. Pero más allá del reconocimiento que supone recibir el premio Mutual Médica Fin de Residencia, del Colegio de Médicos de Málaga, ambos afirman sentirse muy afortunados porque están trabajando en las unidades en las que se han formado y que han apostado por ellos.

Reconocen que sus respectivas contrataciones son una raya en el agua, por lo que la temporalidad de sus contratos (Ignacio tiene uno parcial al 50% por cuatro meses, «con posibilidades de mejora», y Alfredo uno al 75% hasta el próximo 31 de octubre, también con buenas perspectivas) es lo que menos les preocupa ahora.

Conocen de cerca la problemática a la que se enfrentan los MIR cuando acaban su residencia. No en vano, muchos de sus compañeros de la última promoción MIR de 4 y 5 años (unos 200) están buscándose la vida fuera del país o en otras comunidades autónomas, porque aquí las oportunidades están contadas.

Desde el primer momento, y a pesar de estar unos meses en el paro, Alfredo apostó por quedarse en Málaga. «Tenía ofertas para trabajar en Alemania, pero yo soy muy del sur y confío en que esto va a cambiar».

Ambos defiende y elogian el sistema MIR, porque, comenta Ignacio, «te permite formarte con médicos que saben mucho, pero te tienes que entregar al cien por cien», con todo lo que ello supone de relegar a un segundo o tercer plano tu vida personal, en favor de una intensa formación y labor investigadora. Alfredo tiene claro que «el sistema MIR debería ser exportable, sólo espero que no se lo carguen».

El día a día de este internista y de este traumatólogo transcurre entre intensas jornadas de trabajo y guardias, ya como adjuntos, pero «no podemos levantar el pie del pedal porque hay mucha competencia», concluye Alfredo.

Quienes no tuvieron tanta suerte, o sí, porque la vida es así de caprichosa, son la doctora Toro y el matrimonio de Manu y Elena, facultativos que hoy ejercen en Suecia, país que les ha acogido con los brazos abiertos.

María, médico de familia, trabajó como enfermera en Suecia durante dos años, antes de estudiar Medicina en la Universidad de Málaga. El año pasado, y aprovechando el conocimiento del idioma, solicitó una rotación externa en aquel país y ya no la dejaron escapar. Este verano ha estado trabajando en un centro de salud en Huskavarna, Jönköping, pero su hijo de 9 años pesó más en su decisión de regresar a Málaga. Para su sorpresa, los suecos han aceptado que trabaje allí tres semanas cada dos meses, opción con la que, de momento, se apaña. «Allí hay recursos y tiempo suficiente para atender a los pacientes; en una mañana puedo ver a entre 8 y 10 pacientes, a los que dedico entre 15 o 50 minutos, según el problema a tratar». De momento, ha desistido de buscar trabajo en Málaga porque «o no encuentras trabajo o lo haces en condiciones indignas».

Manu y Elena, ambos cirujanos, han deambulado por varios hospitales de Málaga y Almería, y aunque nunca les faltó trabajo, «era muy difícil conseguir estabilidad, sobre todo cuando quieres formar una familia». Los recortes, los salarios cada vez más bajos, la presión asistencial y la incertidumbre fueron determinantes para decidirse a hacer las maletas. Hoy trabajan los dos en el Hospital de Näl, en la región de Gotemburgo en Suecia, donde las comparaciones son odiosas. Todo han sido facilidades, están fijos y, por ahora, no tienen previsto volver a España, «donde es vergonzoso lo que están haciendo con la sanidad». Con suerte, sus hijos nacerán en Suecia.