Durante 300 años, los emblemas fueron un selecto método de enseñanza moral, filosófica, política, religiosa y también amorosa, que cautivó a reyes, príncipes, clérigos y artistas. Selecto porque en el Renacimiento y el Barroco, la Educación era una pequeña isla rodeada por un océano de analfabetismo.

El esquema del emblema era muy sencillo: Se empleaba un imagen cargada de simbolismo presidida por un mote o título y debajo de la imagen, un epigrama con la explicación. Es el método que utilizó el escritor del Siglo de Oro Diego de Saavedra y Fajardo en sus Empresas políticas, un libro de emblemas dirigido a la formación política de un príncipe cristiano. Como ejemplo, con un grabado con la imagen de un unicornio el escritor quería guardar al príncipe de dejarse llevar por la ira (el cuerno entre los ojos del unicornio la simbolizaba). «Bien es menester que se mire a dos luces esta pasión tan tirana de las acciones, tan señora de los movimientos del ánimo», aconsejaba a su pupilo.

El de Saavedra no fue el único libro de emblemas. De hecho hubo muchísimos porque estuvieron de moda de los siglos XVI al XVIII: los escritores los consultaban para sus obras y los predicadores para sus sermones.

Fueron tan famosos, que los emblemas adornaban las arquitecturas efímeras de las grandes manifestaciones barrocas, ya fueran arcos del triunfo, túmulos o altares; los lucían los reyes e incluso pasaron a esculpirse en piedra. Y como señala la profesora de Historia del Arte de la UMA, Reyes Escalera, «son incluso un antecedente de la publicidad, que también utiliza texto e imagen».

Reyes Escalera acaba de coordinar el IX Congreso Internacional de Emblemática de la Sociedad Española de Emblemática, que del 2 al 27 de septiembre se celebró en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga y que ha reunido a expertos españoles y extranjeros, unidos todos por estas atractivas lecciones del pasado.

En Málaga, un grupo entusiasta de profesores y catedráticos profundiza en este género literario, que los alumnos malagueños pueden estudiar en el Máster de Desarrollos Sociales de la Cultura Artística y en Filología Hispánica.

Uno de ellos, aparte de la profesora, es el catedrático de Historia del Arte José Miguel Morales Folguera, que comenta cómo en la cripta de los condes de Buenavista, en el Santuario de la Victoria de Málaga, encontramos un emblema: un relieve en el que la muerte atrapa mediante una red a una pareja. «También en el coro de la Catedral de Málaga hay símbolos marianos muy relacionados con la emblemática», apunta.

Pero, ¿acaso nacen los emblemas por combustión espontánea? Los antecedentes son muy curiosos: a un tal Horapolo, escritor alejandrino del siglo V, «se le ocurrió explicar a su manera lo que significaban los jeroglíficos egipcios», cuenta Reyes Escalera. A pesar de que en esta empresa sólo triunfaría Champollion en el siglo XIX, el libro de Horapolo «llega como manuscrito a Florencia en el siglo XV, lo editan y para ese grupo de intelectuales fue una bomba porque explicaba el lenguaje sagrado», precisa Francisco Talavera Esteso, catedrático de Latín de la UMA. Precisamente este profesor ha aprovechado el congreso internacional de Málaga para presentar su último trabajo: la primera traducción que se hace en España de otro gran antecesor de los libros de emblemas, los Jeroglíficos del italiano Pierio Valeriano (la edición está escrita en latín y castellano), el primer diccionario renacentista de símbolos. «Pierio Valeriano estaba metido en lo que yo llamo la egiptomanía que hubo en Italia, sobre todo en Florencia y Venecia a comienzos del siglo XV y comienzos del XVI. Todos estaban enloquecidos con el tema de Egipto», cuenta el catedrático.

El logo de la Sociedad Española de Emblemática, por cierto, ha tomado como préstamo un emblema de las Empresas políticas de Diego Saavedra Fajardo. Su mote es Deleitando enseña, y reproduce un jardín en forma de fortaleza presidido por una esfera armilar en el centro. «Significa que al príncipe se le debe enseñar con juegos para que así aprenda sin esfuerzo», resume Reyes Escalera, mientras que José Miguel Morales Folguera explica cómo los jardines representados en muchos emblemas sirvieron de modelo para jardines reales.

El mundo de la emblemática: una antigua pero apasionante forma de conocimiento.