A estas alturas del siglo XXI la calle Alta es una anomalía histórica, un agujero en el tiempo con acabados propios de la posguerra que los vecinos sobrellevan con paciencia pero otros con lesiones y operaciones a sus espaldas, como Antonio Alfaro, que fue operado tras una caída en diciembre del año pasado.

«Iba a ayudar a una señora mayor que ya se había caído antes para que se echara a un lado y no tropezar. Entonces fui yo el que dio un traspiés al pisar un escalón roto y cuando me fui a recuperar, tuve la mala suerte de volver a pisar en otro escalón roto y ya ahí me caí. Me tuvieron que levantar los vecinos porque se me hinchó la rodilla y no me podía levantar. Como tardaba la ambulancia la Policía Local me llevó al Parque San Antonio donde me operaron», cuenta.

Antonio, que doma caballos y enseña a montar, se ha perdido este año poder trabajar en las ferias de Jerez y Sevilla y en el Rocío, «donde podía haber ganado de cuatro a cinco mil euros». Este vecino del Pasaje de la Brisa, que desemboca en la calle Alta, ha demandado al Ayuntamiento.

También Ana Chaves, vecina de la calle Alta, extrema las precauciones. Tras sufrir un importante infarto, que sólo le detectaron cuatro días después, le han implantado un desfibrilador, así que teme caerse «porque una caída mía es mortal».

Con ironía ve la situación de esta calle Lara Escribano, que la resume de esta manera: «Tengo 40 años, nací aquí y la calle ha estado siempre así».

A los riesgos de caída hay que sumar los de atropello, porque la zona de la calle adaptada con repellones de cemento para formar una suerte de primitiva rampa, está ocupada por los coches. «Aquí no se puede aparcar y como no te apartes te pillan porque las motos vienen embaladas y los coches», resume Ana.

También Pepi Campano, una vecina, pide que se arregle la calle cuanto antes para acabar con los resbalones, mientras que Pilar, otra vecina, recuerda que «aquí en la calle hay personas y niños discapacitados que no pueden bajar por carrito. Es una vergüenza que haya estas barreras, tenían que tener por lo menos un agarre».

Al deficiente estado de la calzada hay que sumar la presencia de varios solares sin tapiar que llevan dando años de gloria a los vecinos. Uno de ellos, a mitad de la calle Alta, pertenecía al Ayuntamiento y en una parte más pequeña a la Junta de Andalucía, según datos de diciembre de 2009 y de hecho, un cartel de la Junta anuncia una intervención arqueológica previa a la construcción de 28 V.P.A. locales, garajes y trasteros.

«Eso lleva ahí muchos años y ahí no hacen nada», lamenta un vecino, mientras Ana Chaves recuerda que el proyecto anterior hablaba de un garaje para la zona (faltan aparcamientos) y un parque infantil encima.

«Caminando con mi niña por ahí se metió una rata y era un gato», cuenta Pilar, que señala que el segundo gran solar, que asoma a la calle Postigos y a la calle Parras, es también otra fuente permanente de ratas. «Cuando se dejan la basura abierta eso es un enjambre», critica.

¿Hay mejorías en el horizonte? Parece que sí. Eso es al menos lo que ayer anunció la concejala del Centro, Gemma del Corral, que destacó que las obras de mejora en la calle Alta se harán «de forma inminente». «Vamos a ponerla accesible y en condiciones», aseguró. Eso es lo que los vecinos esperan con toda sus ganas, aparte de una solución para los solares.