El Sindicato de Trabajadores de la Administración de Justicia (STAJ) denunció ayer ante la Inspección de Trabajo los malos olores que desde el Instituto de Medicina Legal de Málaga se extienden a otras dependencias de la Ciudad de la Justicia, concretamente a los Juzgados de Guardia que se encuentran en el sótano del edificio, cerca de la zona en la que trabajan los forenses.

Una vez más, el origen del hedor fue un cadáver en avanzado estado de descomposición que, según el sindicato, llegó a las instalaciones el pasado miércoles sobre las 13.00 horas y al que no se le hizo la autopsia hasta las 10.00 de la mañana de ayer. Este nuevo incidente hizo que el delegado de Prevención STAJ, Juan Antonio Luque, adelantara que su sindicato va a solicitar a la Junta de Andalucía el traslado del IML fuera de las dependencias judiciales, «tal y como se proyectó en su día con buen criterio».

Según indicó Luque, el «olor nauseabundo» comenzó a propagarse el miércoles poco después de la llegada del cadáver, que al parecer se encontraba en muy mal estado y cuyo tamaño impidió que los funcionarios pudieran introducirlo en una de las cámaras frigoríficas individuales en las que se conservan los cuerpos hasta que se les practican las autopsias. Esto provocó la indignación de los trajabadores y visitantes de esa zona del edificio. Como la abogada Fátima Fabregat, a quien le tocó guardia en el juzgado número tres. «Por la noche llamamos a la Gerencia y nos dijeron que no pasaba nada, que no había ningún problema. La explicación que nos dieron era que no había cámara para un cadáver en avanzado estado de descomposición y lo han dejaron toda la noche en una camilla. Incluso tuvimos que subir al juzgado de Instrucción», dijo la letrada, antes de definir la situación vivida como «surrealista»: «Teníamos detenidos y había que asistirlos. Esto supone trasladarlos desde el sótano hasta arriba».

Sin embargo, fuentes judiciales negaron rotundamente que el cuerpo hubiese estado en un lugar no apropiado y durante tanto tiempo. «Hasta el momento de la autopsia, el cuerpo ha estado en la cámara de mantenimiento, que está perfectamente sellada y con una temperatura de entre 0 y -1 grados», afirmó la fuente judicial, que añadió que en el caso de ayer el olor se quedó en las instalaciones durante los transportes desde el vehículo fúnebre hasta la cámara y desde ésta hasta la sala de las autopsias. «Se trata de uno de esos dos casos especiales que cada año se producen y que la localización del Instituto de Medicina Legal tiene en el edificio no favorece demasiado», explicó para descartar cualquier tipo de problema de ventilación de las instalaciones, como se denunciara en otros incidentes similares. El primero de ellos saltó en enero de 2008, pocos meses después de la inauguración de la Ciudad de la Justicia. El olor de unas autopsias provocaron un informe del arquitecto responsable de la construcción, José Seguí, y que concluyó que los problemas se debieron a ningún tipo de fallo técnico, «sino a los inevitables problemas de adaptación de un difícil y complicado proceso de ocupación y puesta en marcha de un edificio de estas características». En enero de este año, un caso similar acabó con la denuncia de un funcionario que el día de Año Nuevo detectó los malos olores de otra autopsia cuando trabajaba en el edificio.