Los incidentes del pasado sábado en las inmediaciones del Museo Picasso de Málaga y el acoso sufrido por la presidenta de la Junta, Susana Díaz, por parte de los alcaldes del PP va camino de acabar en una nueva tormenta política. Ayer, un día después del enfrentamiento, la tensión no sólo no remitió, sino que fue creciendo con acusaciones cruzadas y a buen seguro irreconcilliables. De un lado, el PSOE e IU, indignados por lo que consideran un acto «vergonzante» y «de extrema derecha», y del otro, los populares que cierran filas en torno a sus compañeros y responsabilizan del desorden a la mandataria andaluza.

Los socialistas anunciaron, incluso, que pedirán la comparecencia del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, para que explique por qué los alcaldes malagueños sabían en que hotel estaba alojada Susana Díaz y a que hora abandonaría el establecimiento. De acuerdo con Mario Jiménez, vicesecretario andaluz de la formación, los regidores contaban «con información que no podían tener», porque solo la Subdelegación del Gobierno en Málaga tenía información de la hora en la que la presidenta iba a salir del hotel. «No queremos pensar que se le ha dado esa información a los alcaldes del PP para que hagan de camorristas», abundó.

Jiménez coincidió en sus críticas con el portavoz socialista en la Diputación, Francisco Conejo, quien registrará este lunes un escrito dirigido al presidente de la institución y del PP malagueño, Elías Bendodo, exigiendo la destitución de los vicepresidentes cuarto y primero, Francisco Oblaré y Francisca Caracuel, respectivamente, y del diputado y alcalde de Nerja, José Alberto Armijo, por «instigar» y participar en el «acoso».

Conejo aseguró que Bendodo «estaba al tanto» de lo que «sus subordinados» iban a hacer «para acosar a la presidenta y boicotear» el acto de celebración del museo. Prueba de ello es, a su juicio, que el líder popular «no acudiera a un acto tan significativo e importante para la provincia». Su compañera de formación María Gámez, portavoz del grupo en el Ayuntamiento, insistió en que el asedio perjudica a la imagen de Málaga. Además, la emprendió contra el alcalde por alinearse, según dijo, «con los radicales».

El enfado de los socialistas con los populares también se hizo extensivo ayer a su socio de gobierno en Andalucía, Izquierda Unida, que, a través de sus líderes regionales, expresó su repulsa. Para Diego Valderas, vicepresidente de la Junta el episodio fue «inaceptable» y «de extrema derecha», provocado por «una deriva peligrosa y preocupante hacia la que va el PP». Por su parte, el coordinador general de IU en Andalucía, Antonio Maillo, calificó lo ocurrido de «vergonzante».

Unas opiniones, todas ellas, radicalmente distintas a las del presidente del PP de Málaga, Elías Bendodo, que volvió a negar el acoso y acusó a Susana Díaz de haber despreciado a los alcaldes de la provincia. Para Bendodo los alcaldes protagonizaron «un encierro ejemplar» en la Delegación de la Junta, en el que reivindicaron «su derecho a cobrar deudas pendientes e impulsar así planes de empleo que reactiven la economía local».

El líder de los populares en la provincia criticó a Díaz por negarse a dialogar y pidió a PSOE e IU que abandonen «la demagogia». También advirtió de que las protestas continuaran hasta que se satisfaga la deuda.