Existe un lugar en Málaga donde el tráfico se regula de una forma especial y automática.

Se realiza un corte en cada carril de la calzada y se coloca una bobina de cable que induce un campo electromagnético. Cuando éste se ve alterado por las pisadas de un vehícilo, lo contabiliza. Las cifras que va obteniendo de la circulación de los coches las almacena en una base de datos.

A partir de esta base, el mismo sistema adapta los tiempos de los semáforos a la intensidad del tráfico para favorecer la fluidez, dando más tiempo de verde o más tiempo de rojo a según qué carril para que la circulación de los vehículos no se sature.

Es el único punto de Málaga en el que los semáforos se ajustan automáticamente sin necesidad de un técnico que los controle.

Se trata del cruce del Paseo de Reding con el túnel de la Alcazaba y la Fuente de las Tres Gracias, conocido como el cruce de la Coracha.

«Esto, expandido por toda la ciudad, sería imposible, por el costo que supondría. Además, eliminaría los puestos de trabajo que existen actualmente», aclara Raúl López, concejal de Movilidad.

Juan Antonio Guerra, jefe de la sala del Centro de Gestión de Semaforización, explica que este sistema automatizado se puso en marcha con la inauguración del túnel de la Alcazaba, en 1999. «Fue una gran inversión que realizó la ciudad en un sistema tan novedoso para el momento, pero que se ha ido amortizando año a año», recuerda el concejal.

La automatización del cruce de la Coracha puede resultar impactante para algunos y anticuada para otros, debido al avance cada vez más rápido de la tecnología. Pero lo que sí es cierto es que este sistema automático depende de sí mismo para funcionar y que día a día, actualmente, facilita y mejora la fluidez y la circulación del tráfico de Málaga.