El origen de la Colección de Originales puede datarse en 1788, cuando se presentó un informe en Cabildo diciendo el mal estado en que se encontraban «…los papeles del Archivo en la mayor parte desarreglados sin índices…». Por ello, resolvieron que los diputados archivistas, Joaquín Pizarro e Ildefonso Cruzado, «buscasen sujeto inteligente en letra antigua…».

Este entendido en letra antigua, equivalente, en parte, al posterior archivero, venía a ser como un técnico, cuyo servicio se consideró necesario e imprescindible para la ordenación de los documentos -operación que difícilmente podía realizarse sin entenderlos-, ya que los «diputados archivistas», a cuyo cargo estaba la documentación, que en otro momento dependió de forma más exclusiva y directa de los escribanos del Cabildo, eran regidores de la ciudad, elegidos y nombrados por ésta para el gobierno de esta parcela tan delicada e importante que de ella se le asignaba.

Unos meses después se leyó en Cabildo el siguiente acuerdo: «El paleógrafo, único al parecer en la ciudad, es hombre ya de edad avanzada y se llama Pedro Fernández de la Rosa, y el modesto escribiente Antonio Romero. Al primero se le asignan once reales diarios y al segundo cuatro y, ambos comienzan su trabajo en 12 de marzo de 1788 bajo la dirección del ya nombrado D. Joaquín».

Esta ordenación, previa lectura de los textos, fue realizada lenta pero constantemente y, delante de cada uno de aquellos documentos o grupo de ellos, se colocó como portada una hoja de papel con el resumen del contenido de la documentación a la que precedía. Posteriormente se encuadernaron en tomos, indicándose en el lomo los años comprendidos en cada volumen.

En la sesión de 2 de septiembre de 1790, Joaquín Pizarro presentó un memorial explicando el trabajo que había tenido en los dos años anteriores para la coordinación de todos los privilegios, gracias, mercedes y ejecutorias originales y, aunque se habían pagado a dos hombres, había tomado a su cargo, el darles el trabajo diario y lo que debían extractar de cada uno.

Así pues, el trabajo estaba completado dos años después, en 1790, conteniendo documentos desde 1489 hasta 1773 -del reinado de los Reyes Católicos al de Carlos III-, formándose con ellos 60 volúmenes encuadernados en pergamino, los cuales contienen: 1971 documentos originales relacionados con la ciudad de Málaga. Hoy, la colección está integrada por 58 volúmenes. Éstos comprenden un tiempo cronológico bastante amplio, por lo que representan un documento valiosísimo para comprender las relaciones mantenidas entre la ciudad y el gobierno central durante toda la Edad Moderna.

Los libros tienen en sus lomos, dos numeraciones, una con tejuelos impresos y otra manuscrita, se corresponden con la primitiva en su totalidad, aproximándose más, como es lógico, la más antigua. En el lomo de estos libros: desde el volumen 37 al 43 -de la numeración manuscrita-, ambos inclusive, encontramos los Resagos (sic), comprendiendo documentos que van desde 1491 hasta 1674.

En estos Resagos se recogen aquellos documentos que quedaron atrasados -rezagados- y que aparecieron después de ordenados y encuadernados los volúmenes precedentes -del 1 al 36-; y al no poder incluirse cada uno de estos documentos en el lugar cronológico que les hubiera correspondido, se agruparon -en orden cronológico- en estos siete volúmenes, indicándosele su peculiaridad de rezago y su correspondientes fechas en los lomos.

Redacción de un Índice de la Colección de Originales en dos volúmenes en el año 1829

En el año 1828, los regidores Domingo Cabarrús, Francisco María del Bastardo Cisnero y Joaquín Bourman, los dos primeros Diputados archivistas, presentaron un informe sobre la necesidad de arreglar el Archivo: «Que se hallavan enteramente desorganizado por carecer de los correspondientes alfabetos y por el mal estado a que ha quedado reducido de resultas del trastorno que experimentaron todos los papeles en tiempo de la Imbacion Francesa, y en las épocas constitucionales»,

El Ayuntamiento encargó el trabajo a Francisco González Villalobos y, cuando éste terminó el primer tomo del Índice del Archivo, lo valoró en la cantidad de mil ochenta y dos reales, pero el Cabildo consideró que su coste era de ochocientos cuarenta y ocho reales.

Es justo destacar la labor realizada por el Sr. González, que no se limitó a copiar el contenido de los resúmenes que en su día hiciera Fernández de la Rosa, sino que -aunque no siempre con acierto, puesto que, en ocasiones se le olvidó registrar algunos de los resúmenes-, se esforzó por mejorar la redacción, simplificándola a veces y «actualizando» la ortografía.

El trabajo se inició en 1828 y se terminó en 1830 y, en ambas, se dice: «Índice General de las Reales Órdenes y demás documentos que se conservan en el Archivo de esta Ilustre Ciudad de Málaga».

Si no la pertenencia al Archivo Municipal se dice al menos su relación. Pero hay más. En cada portada una octava real, que alaban y cantan, la labor realizada en el Archivo del Ayuntamiento por los señores Cisneros, Bourman y Cabarrús, los regidores quienes sin duda fueron los artífices del arreglo y ordenación de sus documentos.

Sin que sepamos la razón, estos dos volúmenes de Índices se perdieron en un momento que no podemos determinar y, a principios del siglo XX, éstos eran propiedad de la Diputación y se encontraban depositados en su Biblioteca.

Sin embargo, está probado que éstos volúmenes corresponden, sin la menor duda, al denominado Índice de la Colección de Originales del Archivo Municipal.

Así lo entendieron en su día, tanto la directora de la Biblioteca Cánovas del Castillo, María Sánchez y el diputado de Cultura, Diego Maldonado. Y siendo concejal de Cultura del Ayuntamiento, Antonio Garrido Moraga, los dos volúmenes fueron devueltos al Archivo, en el acto de presentación de la obra Índice de la Colección de Originales, realizada por Rafael Bejarano Pérez y María Pepa Lara García, editada por el Ayuntamiento en 1996.

En la actualidad, se encuentran depositados en la Biblioteca Auxiliar del Archivo Municipal: Francisco Bejarano Robles.