La unificación de la gerencia de los dos hospitales públicos de la capital la situó hace justo un año al frente de la que es la mayor empresa de la provincia. Tiene a su cargo a más de 9.000 profesionales y gestiona un presupuesto superior a los 550 millones de euros, pero Carmen Cortes (Ceuta, 1960) no se siente abrumada, en absoluto. Para ella es un reto, como también un orgullo que, con la que está cayendo, «hemos conseguido mantener los puestos de trabajo y la cartera de servicios». Especialista en medicina preventiva y salud pública, lleva media vida en Málaga con el convencimiento de que, más que nunca, hay que defender la sanidad pública y trabajar para ofrecer el mejor servicio al paciente. Le gusta mantenerse en segundo plano, «porque mi papel es secundario», y se prodiga poco. Esta es la primera entrevista que concede desde que fue nombrada gerente de Carlos Haya y Clínico.

Arrecian las denuncias sobre que los recortes se están cebando con la sanidad pública, lo que incide en las lista de espera y los tiempos de demora. ¿Es cierto?

Quisiera saber con qué datos se avalan estas afirmaciones. No es cierto que estemos operando menos o que haya menos quirófanos. Nuestra capacidad está en el mismo nivel de desarrollo que hemos tenido siempre. Sí es cierto que el ritmo de operaciones se frena en verano, pero porque muchos profesionales se van de vacaciones y tampoco para muchos pacientes es la mejor época para intervenirse. Por eso intensificamos los periodos en los que vemos que podemos poner más recursos sobre la mesa.

Entonces el plan de choque quirúrgico previsto para la recta final de este año no es nuevo.

Cada año se ha hecho de forma diferente. Va en función de las necesidades, porque hay que cumplir los decretos de garantía. Ahora se ha contratado a 55 personas hasta final de año. En Navidades hay mucha gente que no se quiere operar y baja el ritmo de las intervenciones, que luego se intensifica hasta el verano. Se planifica continuamente para gestionar correctamente la gestión de las listas de espera.

Para aligerar las listas de espera, ¿se están derivando pacientes a la sanidad concertada?

Las listas van fluctuando, pero no. La política no es incrementar los conciertos, que han existido siempre para casos puntuales. Los que estamos intentando, cada vez más, es tener capacidad de resolución propia e ir reduciendo el número de conciertos. De hecho, el volumen ha disminuido de forma importante entre 2011 y 2013. De lo que estaba concertado en general, porque las intervenciones no se conciertan, hay un 21% menos entre los dos hospitales.

Parte de la actual plantilla médica tendrá que renovarse en el plazo de 10 años, pero una buena parte de la cantera se está marchando fuera.

El SAS suele hacer una estimación sobre las necesidades de profesionales de cara a sacar las plazas a concurso MIR. Se trata de ver dónde hay excedentes, para no formar muchos más profesionales porque podemos generar gente sin puesto de trabajo, y donde haría falta crecer en formación.

¿Cuáles son las especialidades más necesarias?

Médico de familia y pediatría, pero también anestesistas y geriatras. En cualquier caso, el recambio está garantizado.

La gran mayoría de los MIR cuando acaban tienen que buscarse la vida fuera.

En todas las profesiones, no sólo la sanitaria, gente muy preparada se está buscando la vida fuera. Ojalá la situación revierta pronto. Yo tengo los profesionales que necesito para dar cobertura a mis pacientes, pero si necesito contratar para garantizarlo, lo voy a hacer siempre.

¿La sanidad pública se va a mantener como la conocemos?

Andalucía está peleando para mantener la calidad de un sistema de salud público equitativo que dé respuestas a la ciudadanía. Este sistema es una conquista social a la que jamás habría que renunciar. Tampoco a la educación pública.

Hay muchos que ya piensan que se está desmoronando.

Pero porque hay líneas que no se deberían cruzar y se han cruzado. La crisis sería muy distinta si la sanidad y la educación pública no estuvieran ahí. El sistema de salud público es un tampón catalizador de la crisis.

¿Cuáles son esas líneas?

En el ámbito que a mi me toca gestionar, no se ha cruzado ninguna, salvo las impuestas desde el Gobierno central.

Como por ejemplo.

La universalidad de la asistencia sanitaria. Los inmigrantes o los mayores de 26 años que no hayan cotizado nunca, algo que ahora mismo es muy probable. Los pacientes inmigrantes soy muy vulnerables. En Andalucía se les sigue tratando igual. No podemos abandonar a personas que llegan aquí cargadas de sufrimiento. Parece increíble que se las abandone.

¿Qué opina del copago?

No lo comparto. Es una forma de repercutir sobre el paciente cuestiones de gestión de recursos financieros que se deben gestionar en otro ámbito. Plantear el copago de este tipo de fármacos es ahondar en la herida de los pacientes más vulnerables. Estás poniendo en juego sus recursos para ser capaz de sostener un tratamiento que necesita.

Los médicos andaluces están a la cola en material salarial.

En el contexto actual de crisis y paro, hablar de salarios es difícil. Todos ganamos menos, pero hay que mirar alrededor. Tenemos trabajo, fijo en un porcentaje muy alto, y tenemos que dar un buen servicio. En el paciente no puede repercutir que mi nómina tenga tantos euros menos este mes.

El Colegio de Médicos aboga por dignificar la profesión.

Uno tiene que creerse digno para serlo. Yo no necesito que nadie me dignifique. Uno lucha por el papel que quiere tener. Primaria, por ejemplo, tiene un papel maravilloso. Los mejores profesionales están en los centros de salud. Ellos creen en su profesión.

¿A qué se refiere?

Uno de los grandes valores que tiene el sistema sanitario público es la atención primaria. Los médicos de hospital somos una anécdota en la vida de los pacientes. La atención primaria hay que cuidarla, porque es la que sigue el proceso del paciente toda su vida. Es una medicina preciosa.

¿Qué balance hace de su primer año de gestión?

Es un momento difícil, pero para cualquier gestor, porque tienes que hacer el máximo esfuerzo en la gestión de recursos públicos, redoblado, si cabe. Y a pesar de que el entorno es conflictivo, hemos sido capaces de iniciar un proyecto de excelencia, intentando buscar elementos de incentivación profesional en un momento en el que es difícil de encontrar.

Excelencia que pasa por la fusión de ambos hospitales.

No, por la convergencia. Siguen siendo dos hospitales, pero con un equipo directivo único. No se fusionan. Eso se ha hecho en otros sitios y con regulares resultados.

¿En qué consiste exactamente este proyecto?

Queremos construir un proyecto de excelencia clínica uniendo las fuerzas de dos grandes centros hospitalarios a través de la integración de las unidades de una misma especialidad de los dos hospitales. Se trata de poner a trabajar juntos a los profesionales que trabajan en la misma disciplina para unificar criterios, buscando la excelencia clínica, la mejora del servicio a los pacientes y el desarrollo de los profesionales. Juntos somos más fuertes. Desde el modelo de gestión clínica habrá una unidad intercentros con dos sedes, pero con un solo director [antes había uno por unidad y hospital], con lo que desaparece un cargo.

Esa no es la percepción que hay. Este proyecto ha despertado numerosos interrogantes, no sólo entre el personal sanitario, también entre los usuarios.

Desde el punto de vista ciudadano, nuestros interlocutores son las asociaciones de pacientes y las comisiones de participación ciudadana (hay 62 entre los dos hospitales), y a ellos se les ha explicado el proyecto desde el primer momento. Y también a los profesionales, porque este proyecto se construye desde abajo. Antes de crear una unidad clínica se constituyen grupos de trabajo multidisciplinares. La participación del profesional se busca desde el primer momento. Queremos que sean los técnicos los que se sienten juntos y pongan encima de la mesa cuáles son los elementos de desarrollo conjunto que pueden poner a disposición de los pacientes y qué ganancias tienen ellos trabajando juntos. Ya hay siete unidades clínicas intercentros y el próximo año está previsto que se creen otras tantas.

El personal está preocupado porque esa integración implique movilidad y por la posibilidad de que se supriman servicios.

La movilidad es voluntaria. Eso lo saben los profesionales, porque se les ha explicado. No se va a mover a nadie que no quiera. Si hay movimientos será porque ellos decidan trabajar juntos. Y, evidentemente, no se va a suprimir ningún servicio. Cuando hacemos la integración de una unidad lo que buscamos es crecer, no suprimir.

¿Cómo va a afectar el proceso de convergencia del Clínico y Carlos Haya a los pacientes?

Cada paciente va a seguir acudiendo a su hospital de referencia. Somos nosotros los que nos organizamos para prestarles un mejor servicio, en ámbitos tan importantes como la equidad. Que el servicio que reciba un usuario de Coín o de Rincón de la Victoria sea el mismo y goce la misma calidad. Para ello vamos a poner la tecnología y los medios que tenemos en uno y otro hospital al servicio de toda la provincia, de todos los ciudadanos, de una forma equitativa. Se va a enfocar la enfermedad de la misma manera con la mejor práctica clínica.

Se le reprocha la falta de transparencia con la que se está llevado a cabo este proyecto.

Nosotros estamos trasladando el proyecto de convergencia a todos los estamentos donde tenemos que trasladarlo. A la Junta de Personal, donde están todos los sindicatos y que conocen al dedillo las unidades que ya han salido y las que van a salir; la Junta Facultativa, que es el órgano de representación de los médicos dentro del hospital; y la Junta de Enfermería. Todos están perfectamente informados.

Los sindicatos, por ejemplo, denuncian que los recortes, y también la fusión, están dejando por el camino una importante pérdida de empleos.

Saben que no es cierto. La integración de unidades es independiente de las medidas de ajuste marcadas por el Gobierno central, que pasan por cumplir jornadas de 37,5 horas. A diferencia de otras comunidades en las que ha habido un importante volumen de despidos, la Consejería de Salud lo que se ha hecho es reducir la jornada a los eventuales al 75%, pero se les ha mantenido en sus puestos de trabajo. No se ha despedido a ningún eventual estructural de larga duración. A ver qué sindicato me demuestra que hayamos despedido a alguno.

También se critica que la tasa de reposición no se está cumpliendo.

Pero tampoco esto tiene nada que ver con la integración de las unidades. Esto es un sistema público que tiene que garantizar la asistencia. Garantizamos la misma prestación que veníamos dando antes, no se ha quitado nada. La cartera de servicios se mantiene. Y para garantizarla, si tengo que contratar, contrato y, si no lo necesito, no contrato.

En Málaga, se ha pasado de hablar de un tercer hospital para la capital a unir los dos que hay. ¿Quizás por ahí pueda venir un cierto a este proyecto?

Yo no percibo ese rechazo. No es la palabra adecuada. Todo el mundo, ante un cambio, es cuando menos precavido; quieren que les expliques ese cambio, participar y tener un papel en el mismo. Y es eso estamos, porque es lo razonable. En cualquier caso, la gestión del cambio es siempre una gestión complicada.

Lo del macrohospital queda, entonces, descartado.

El contexto general de la crisis es el que ha frenado este y otros muchos proyectos. Espero que cuando esta situación remita se retome, y podamos incorporarnos al mismo, porque es necesario para la provincia.

«Los sindicatos hablan de camas porque detrás hay contratos»

Se critica el cierre de camas, el cierre de plantas, ya no sólo durante los meses de verano.

Hablar de camas a esta altura de la película es un poco antiguo. Las camas se gestionan ahora de forma diferente. Abrimos y cerramos camas, y lo seguiremos haciendo, independientemente de como eso se instrumentalice, porque gestionamos necesidades.

Pero la apertura de la tercera planta del Materno, cuyo cierre se pretendía prolongar más allá del 1 de octubre, les pilló con el paso cambiado.

El cierre de camas en el Materno, como en cualquier otra parte, tiene que ver con las necesidades de pacientes que tengamos. Si los médicos hacen más ingresos, hay que abrir la planta. El hospital cuenta con un mecanismo muy engrasado y si hay que aumentar las camas, se hace sin problema alguno. No es algo que se improvise. El hospital tiene recursos y mecanismos para dar respuesta siempre, y que el paciente esté atendido. Otra cosa es que gestionamos nuestras camas en función de necesidades y esas necesidades vienen derivadas de la gestión que hacen los profesionales de sus ingresos. El hospital cuenta con un plan de emergencia para casos de catástrofes que contempla abrir un numerosas camas en media hora. Si en el Puerto hay una emergencia nosotros capacidad para responder. Los hospitales funcionan así.

Entonces hablamos de camas en reserva.

No. Tenemos camas que abrimos y cerramos en función de las necesidades. No hay que darle más vueltas. Frente al sensacionalismo de hablar de camas cerradas, hay que aclarar que las camas no se pierden, están ahí. Los sindicatos hablan de camas, porque detrás de las camas hay contratos. Y es lícito que peleen por las camas, hagan o no falta. Nosotros gestionamos recursos públicos, por lo tanto, abrimos camas cuando son necesarias y las cerramos cuando no hacen falta. Hacemos lo que tenemos que hacer para gestionar bien los recursos. Detrás de las opiniones que se están vertiendo debería haber datos que se puedan analizar y, si hay un problema o hemos cometido un error, porque no somos infalibles, se estudia y se corrige. En cualquier caso, los sindicatos y los colegios profesionales juegan su papel. Todos somos necesarios.

El aumento de la cirugía sin ingresos está permitiendo liberar camas para enfermos más graves.

Se trata de que los pacientes puedan ser operados con cirugía mayor ambulatoria se beneficien de ella. Intentamos que el paciente esté ingresado el menor tiempo posible, y evitamos riesgo de infecciones. La cirugía avanza con técnicas menos intervencionista y agresivas, y las técnicas de anestesia también. Todo ello hace que la cirugía ambulatoria tenga sentido. Y cuanta más, mejor.