Cuando hace escasos meses el Cottolengo pasó a manos de una nueva fundación, algo del espíritu que imperaba en aquel lugarcon cerca de medio centenar de años de vida se perdió y muchos de los que conformaban esa casa no se han quedado de brazos cruzados.

Las ganas de ayudar al más necesitado y devolver lo que esa casa ha dado durante tantos años a muchos de sus voluntarios y acogidos ha hecho que aúnen fuerzas y creen una asociación; Amigos del Sagrado Corazón, una extensión más del Cottolengo que ayudará en todo lo posible a la que muchos consideran su casa. Niños y adultos discapacitados o dependientes que requieren atención.

Están empezando y toda ayuda es poca para continuar hacia delante y hacer las cosas bien pero ganas no les faltan. La presidenta de la asociación, Loli Graciano, se muestra entusiasmada con aprender y conocer todo el entramado burocrático que conforma el ser una asociación. Ya han conseguido formalizarse como tal después de varios encuentros informales entre este grupo de amigos que comenzaron en abril. El 6 de mayo está fijado en el calendario como el día del aniversario de la asociación pero hasta hace escasos dos meses no consiguieron la aprobación final. Ahora están en fase de conocer qué documentación necesitan para poder optar a algún tipo de ayuda económica, tal y como explica Loli, una voluntaria que comenzó a visitar el Cottolengo con tan solo tres años cuando su madre iba a echar una mano. Ahora tiene 53 y todavía sigue al pie del cañón.

Amigos del Sagrado Corazón lo conforman unas diez personas de todas las edades. Estudiantes, trabajadores y personas desempleadas se vuelcan para que este proyecto salga hacia delante y ya empiezan a mover eventos para estar activos. Una extensión del Cottolengo que participa con ellos mano a mano y se mueve por el mundo del deporte y la discapacidad para llegar a un mayor público.

Sacar a pasear a los que conviven en este hogar, escuchar a los abuelos o ayudar con el papeleo puro y duro que algunas personas tienen que mover con motivo de sus problemas de salud son algunas de las funciones que desarrollan hasta ahora.

Uno de sus principales objetivos es conseguir una sede física, un pequeño local donde reunirse y poder guardar todo lo relacionado con la asociación. La falta de un espacio hace de cara a estas fiestas no puedan hacer ninguna recogida de alimentos ya que no hay espacio donde meter lo recogido, antes de entregarlo a las 20 personas que actualmente residen en la Casa del Sagrado Corazón (Cottolengo). La compresión de la asociación de jubilados del Parque del Oeste ofrece a estos compañeros que se reúnan tantas veces como necesiten en su propia sede. Así lo hicieron el viernes y aprovecharon para presentar en sociedad este nuevo proyecto solidario. «Cuantas más manos seamos, más podremos hacer», detalla Loli.

Mientras tanto, ideas no faltan y entre los conocimientos y contactos de todos los que la componen se mueven para cerrar eventos. Uno de los que trabajan ahora mismo es cerrar una posible visita al Materno Infantil por parte del atleta paralímpico malagueño de triatlón, Raúl Zambrana, un ejemplo a seguir y el número 14 del mundo en su categoría.

La idea surgió de la mano de Antonio Vara, un padre de familia con un pequeño de dos años hoy día que creció en el Cottolengo. Entre cuando aún era un bebé por pequeños problemas de salud y quedarse huérfano y no salió hasta pasado los veinte. Es su casa y ahora contribuye para acercar el deporte a todos los discapacitados. Su hermano también forma parte de este proyecto.

Si las cosas van bien, tienen muchos planes de futuro y entre ellos está el convertirse en una asociación eclesiástica, una forma de hacer que el Obispado les tenga en cuenta para posibles actividades. También les gustaría hacer socia honorífica a la hermana Sabina Zamalloa, recientemente fallecida y la cual consideraron como una madre todos los que pasaron por ese hogar. Un lugar que nunca olvidarán.