De los Ruiz de Luna, tía y sobrino, los únicos que están subidos a la parra son los belenes de cerámica, que ascienden alturas imposibles hasta formar algunos de los nacimientos más originales de España, marca de la casa de Amparo Ruiz de Luna. Porque estos dos prestigiosos ceramistas, tercera y cuarta generación de artistas, tienen la sencillez por bandera, así que Amparo cuenta cómo empezó a crear sus famosos nacimientos como si fuera la cosa más normal del mundo: «Llevo haciéndolos desde los 11 años y exponiéndolos desde los 14. La idea principal era hacer una montaña, meterle arbolitos y casitas e ir subiendo con los pastorcitos, poniendo el Belén encima».

Eso sí, admite que crear un Nacimiento «tiene tarea» y es algo para lo que hay que dominar «los pigmentos cerámicos», cuidando de que en la composición, el paisaje «no se coma a las figuras».

En la sala Barbadillo, junto al Centro de Arte Contemporáneo, puede verse hasta el próximo 7 de enero la exposición La Cerámica en el Arte, con 42 belenes de Amparo Ruiz de Luna y 20 cuadros cerámicos de su sobrino Carlos Ruiz de Luna que aúnan cerámica y arte moderno.

Echa la vista atrás Amparo y con sorna cree que está ya «en el libro Guinness de los récord», porque de sus manos han salido en todos estos años, con toda seguridad, «más de mil belenes». Y todos diferentes, porque como recalca, «no tengo moldes, no soy una fábrica».

Para crear estas piezas únicas, admite, no hace dibujos previos sino que coge la pella de barro y empieza a crear estos mundos navideños en miniatura que pueden contemplarse desde todos los ángulos.

Y hay nacimientos para todos los gustos: con el toque azul de la cerámica de Talavera, empinados como el Himalaya y coronados por un modesto establo de aires expresionistas, jalonado de estrellas o con el portal al pie de una indómita montaña. Los hay esmaltados o de sencilla terracota, con algún toque de arcilla blanca. Y en cuanto a las vestiduras, belenes con pastores vestidos de hebreo o con trajes actuales; «vestidos de pueblo», aclara la ceramista.

Amparo Ruiz de Luna tiene detrás medio siglo de trabajo creativo y confiesa que ni se le secan las ideas ni tampoco se cansa. Al contrario: «Yo, aunque no soy depresiva, cuando alguna vez tengo alguna cosa, como tenemos todos, mi trabajo me lo quita. Es que para mí es mi vida, mi mundo».

Por eso, razona, no tiene tiempo para estar en internet. Eso de estar pegada a una pantalla es algo que no tiene sentido para ella, «¿cómo voy a estar delante de una pantalla si tengo que hacer cosas con las manos?», aunque confiesa que sí ve algo de televisión de vez en cuando, «sobre todo reportajes y películas».

También hay en esta exposición Reyes Magos, en ocasiones el trío en solitario. La explicación la da la ceramista: «Hice hace años una exposición con la pintora Mari Pepa Estrada, ella exponía sus cuadros y yo los reproducía y me decía que los Reyes Magos, si los tenías todo el año en casa, sin guardar, daban buena suerte».

Hay una cosa que sigue preocupando a la ceramista y es el futuro museo dedicado a su padre, Juan Ruiz de Luna. El Ayuntamiento de Málaga adquirió por un precio simbólico, apunta la artista, unas 350 obras del ceramista de Talavera con vistas a crear un museo, para el que se llegó a pensar en el antiguo convento del Císter. Juan Ruiz de Luna Arroyo, discípulo de Soroya, fue quien decidió trasladarse a trabajar a la capital de la Costa del Sol en 1962.

La crisis ha aparcado el museo sin fecha de apertura y con la incógnita de dónde se levantará. Para Amparo Ruiz de Luna, podría habilitarse «un pequeño museo» en un local con 400 metros cuadrados. «El museo está estancado y es algo que me quita el sueño». reconoce. Los Reyes Magos ya tienen un encargo para sorprender a esta familia de grandes artistas.