La elección del 28 de diciembre para celebrar la fiesta mayor de los verdiales tiene un trasfondo trágico que guarda mucha relación con las tradicionales penurias pasadas en el campo durante siglos.

Durante el siglo XIX pero también en el XX el campo malagueño siguió padeciendo una altísima mortalidad infantil y cuando moría un niño, los verdialeros acudían a las ermitas rurales porque la Iglesia se encargaba no sólo de bautizar a los recién nacidos sino también de costearles el entierro.

Ésta es la razón por la que las pandas de verdiales, cuando actuaban en ventas y cortijos durante las navidades, enviaban a sus ermitas las propinas recogidas por la actuación, con el fin de poder sostenerlas.

Se entiende así que el 28 de noviembre, el día de los Santos Inocentes asesinados por Herodes, se celebre la fiesta mayor de los Verdiales para recordar así a esos otros inocentes, sus propios hijos y familiares, que habían muerto en un entorno duro y con un importante atraso.

Hace dos años, con motivo de la 50ª edición de la fiesta mayor promovida por el Ayuntamiento, el entonces consejero de Cultura de la Junta, Paulino Plata, entregó a la Federación Provincial de Pandas la declaración de los verdiales como Bien de Interés Cultural.

Hace unos días el Ayuntamiento de Málaga aprobó una moción institucional para solicitar a la Unesco que los verdiales sean declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, de este modo, los verdiales se unirían al flamenco, la dieta mediterránea y la fiesta de los patios de Córdoba, entre otras manifestaciones españolas.