La tormentosa noche del 3 al 4 de diciembre de 1958 se produjo en el arroyo del Cuarto una avalancha de agua y fango que alcanzó los diez metros de altura. La mayoría de las casas, unas chabolas sin cimientos, se hicieron inhabitables. La tarde del jueves 4 de diciembre las autoridades decidieron alojar a las 462 familias en la Casa Cuna (en total, 2.147 personas, todo un pueblo), mientras acordaban construir 500 viviendas sociales de urgencia, costeadas en un 80 por ciento por el Ministerio de la Vivienda y el 20 por ciento restante por el Ayuntamiento.

El Consistorio, a propuesta del alcalde García Grana, aparcó las obras de lucimiento en la capital para centrar los exiguos presupuestos en la construcción de la barriada en unos terrenos junto al matadero municipal.

Los primeros pisos pudieron entregarse el 23 de agosto de 1959 y supusieron un importante salto de calidad para los antiguos chabolistas.

En un principio el barrio fue bautizado como 4 de diciembre, en recuerdo del día de la riada, pero a los pocos días, los vecinos pidieron que se renombrara García Grana, en recuerdo del alcalde.

La barriada, hoy reconstruida, constaba de 11 bloques de cinco plantas, el más grande de ellos con 60 viviendas. Los pisos, de unos 50 metros cuadrados, tenían un pequeño vestíbulo, sala de estar, cuarto de baño, comedor, cocina y dos o tres dormitorios.

Como gesto a los vecinos, el alcalde quiso que la nueva barriada contara con el mobiliario urbano más conocido de Málaga: el sonajero, la farola que llevaba medio siglo presidiendo la plaza de la Constitución. Al final, la terrible riada del 58 fue para los chabolistas del arroyo del Cuarto la oportunidad para acceder al fin a una vivienda digna.