Dentro de unas horas, cuando empiecen a hervir las langostas y los relojes, más lo segundo que lo primero, Francisco de la Torre estará cerca de consumir su año número trece al frente del Ayuntamiento. Como alcalde, y con apenas dos meses de diferencia, el regidor viaja en paralelo al milenio. Esta vez las fiestas casi le dejan sin tiempo para el análisis. Especialmente, por la agitación de las últimas semanas, que han sido para su gestión lo mismo que la vida de Dante después de mesar los cabellos de Beatriz e introducirse en el infierno. Del eco del Pompidou, que le valió numerosos reconocimientos, pasó a lidiar con las turbulencias de Limasa y la temida huelga, que finalmente concluyó en Nochebuena. Sin desvelar aún si se presentará a las próximas elecciones, el regidor analiza algunos de los temas y proyectos que marcarán el curso político de 2014.

Reuniones casi inacabables, intimidaciones y, finalmente, cuatro días de huelga. ¿Qué lectura hace del conflicto con Limasa? ¿Sigue pensando que fue injustificado?

Ha sido una huelga evitable, carente de motivos, en la que al final, como ya dije en su momento, se ha llegado de manera absurda a una solución que entiendo que es igual o incluso menos positiva para los trabajadores que la que ofertamos al inicio de la negociación.

No es la primera vez que el comité utiliza el órdago de la movilización para presionarle. ¿Se siente amenazado por la fuerza del colectivo?

El caso de Málaga no es distinto en ese sentido del de otras muchas ciudades de España, donde, al contrario que en Europa, se presta el servicio a diario. De esa necesidad deriva ese especial elemento de fuerza, que, por supuesto, ha de administrarse con mucha prudencia para evitar que se produzca una fractura entre trabajadores y ciudadanos, que son los que soportan las consecuencias de la huelga.

Supongo que en estos años se ha planteado la necesidad de encontrar una solución a medio y largo plazo. Hay quien le exige la conversión de Limasa en una sociedad cien por cien privada.

No creo que todas esas consecuencias sean producto del tipo de naturaleza de empresa; en los últimos meses han ocurrido conflictos en muchas ciudades, con independencia de la modalidad de gestión del servicio, ya fuera público, mixto o privado. La raíz no está tanto en la fórmula como en las características del trabajo y en la configuración de un clima de transparencia, diálogo y responsabilidad. La transparencia es clave, pero no sólo ahora, sino también históricamente; hubo de haberla cuando se modularon las reglas del juego. Es necesario un círculo virtuoso en el que los trabajadores se sientan estimulados y los ciudadanos respeten su trabajo.

La huelga de Madrid llevó a muchos de los pesos pesados de su partido a reclamar la reforma de la ley que regula los servicios mínimos. ¿Cree que es una prioridad?

Personalmente confío mucho en la autorregulación de esa fuerza por parte de los propios sindicatos y de los comités de empresa. También creo que existen fórmulas actualmente como la que nosotros exploramos en la calle Fresca, donde los problemas de seguridad nos obligaron a una actuación de choque, de limpieza, que si bien no fue determinante contribuyó a que el comité viera que no tenía sentido continuar con una huelga que perjudicaba económicamente a los trabajadores. Ahora bien, lo que me resulta incomprensible, y no sólo en este conflicto, sino en general, es que se secuestre la voluntad de los trabajadores. El día en el que se inició la huelga hubo muchos que querían votar porque no deseaban seguir adelante con la convocatoria. Y debían haberlo hecho, y, además, en secreto.

El desencuentro con Limasa ha aplacado un tanto el revuelo generado por el futuro desembarco del Pompidou. ¿Habrá novedades significativas en este proyecto en 2014?

El próximo año se verá la descripción exacta del contenido museístico, tanto de la colección permanente como la de carácter temporal. Si tenemos en cuenta los plazos en los que nos hemos movido con proyectos culturales recientes, el proceso, al menos sobre el papel, debe ir bastante rápido, con independencia de la redacción y planificación de las obras, que siempre consume meses. Confío, no obstante, en que todo esté listo entre 2014 y 2015.

La Autoridad Portuaria insiste en que deben pagarle la tasa de ocupación del espacio.

Quiero pensar que el tema no ha surgido a propósito del Pompidou, que simplemente es un asunto que ha coincidido en el tiempo. Parece ser, porque no conozco en profundidad los datos y los fundamentos, que el cobro de esa tasa responde a la aplicación de una ley, pero nosotros firmamos con el Puerto en 2004 un acuerdo que habla en un tono muy distinto y que apuesta por fórmulas jurídicas, no sólo la concesión, exentas de ese tipo de impuestos. Y ese es el camino que debemos recorrer para hacer que se respete lo que se firmó, lo cual no quita, por supuesto, que estemos plenamente dispuestos a colaborar con la Autoridad Portuaria para sacar adelante sus proyectos.

La gestión del museo presume un gran desembolso anual. ¿Han pensado ya la vía de financiación o será a golpe de presupuesto?

Nuestra intención es que el proyecto se convierta en un ejemplo de colaboración público-privada. Ése es el esquema en el que hemos empezado a trabajar, y ya tenemos contactos con empresas interesadas en participar, tanto españolas implantadas en Francia como netamente francesas.

¿Hasta qué punto confía en reducir costes?

Más que reducir costes lo que pretendemos es que la aportación municipal al gasto no sea del cien por cien. Es decir, que también se sufrague con la iniciativa privada.

Al alcalde de Sevilla no le seduce demasiado la idea. Lo digo por el berrinche que se marcó frente a la prensa.

Estoy convencido de que el alcalde de Sevilla se alegra de este tipo de proyectos, como yo me alegraría de que una iniciativa semejante se instalara en cualquier lugar de Andalucía. Lo que ocurre, cosa que particularmente ignoraba, es que en su programa electoral había prometido un centro parecido para un edificio de Sevilla y que al surgir lo de Málaga los periodistas se lo reprocharon; supongo que le sentó mal que se lo recordaran y, sobre todo, que en la carpeta de proyectos pendientes con la que se topó a su llegada al Ayuntamiento no hubiera ninguna idea de este tipo por parte del equipo anterior, formado por el PSOE e IU.

Tampoco le hizo mucha gracia lo del Thyssen.

Con el museo Thyssen hay que tener en cuenta que quien inicia la gestión somos nosotros. Concretamente en 2003. Lo que ocurrió es que en un momento muy posterior, cuando nosotros ya teníamos perfilada la ubicación, a la baronesa le hicieron varias ofertas, no sé si tanto o más de la Junta que del Ayuntamiento de Sevilla. En mi criterio la colección permanente daba y da para un museo, no para dos.

Usted siempre ha sido partidario de resolver cuanto antes la elección del candidato del PP en Andalucía. Su partido, a petición de Rajoy, parece, sin embargo, haber echado el freno.

La dirección nacional del PP insistió en su momento en que habría una reflexión en estas fechas y que después de la Navidad estaría lista la respuesta. Por lo tanto, estamos todavía dentro del plazo. Habrá que esperar. Pero sigo pensando lo mismo: hay que culminar el proceso lo más rápido que se pueda.

El elegido tendrá que vérselas a nivel político con Susana Díaz. ¿Qué tal se lleva con la nueva cúpula de la Junta? ¿Hay ya más entendimiento?

A Susana Díaz la conocí durante la inauguración de la segunda pista del aeropuerto y lo que encontré en ella fue, en principio, una comunicación fácil. Después en una reunión, Griñán me comentó que era quién llevaba las relaciones con IU y por lo tanto a quien mejor me podía dirigir para tratar en el PSOE los temas del metro. En este punto, me veo obligado a dejar claro que los avances no son tanto por Díaz como por la presión del BEI y de la concesionaria, que exigían que se desbloqueara de inmediato el proyecto para seguir nutriendo de fondos al metro. Está todavía por ver si la llegada de Susana Díaz cristaliza en una a todas luces deseable mejora de la colaboración. No es el tiempo económico de exigir nuevas inversiones, pero sí que se dé solución a compromisos no asumidos como las tecnocasas.

¿Se inaugurarán las primeras líneas del metro el próximo año? ¿Le han comunicado ya oficialmente alguna fecha?

En 2014 debe estar funcionando; mejor en primavera que en verano, pero fíjese que en eso soy bastante exquisito con la Junta. Jamás podrán acusarme de haberme obstinado con los plazos o mostrarme poco comprensivo con los retrasos. Y van ocho. Es obvio que a todos nos interesa que sea rápido y si no lo ha sido hasta ahora ha sido en gran medida por el error de planteamiento: el metro debía haber sido una obra pública, hecha con fondos públicos y europeos como los que se gastaron de manera absurda con el ferrocarril entre Sevilla y Antequera.

¿Y Tabacalera? ¿Se completará por fin el proyecto cultural en el edificio o seguiremos lamentando el fracaso del museo de las Gemas?

En 2014 el desarrollo de Tabacalera quedará definido y actuaremos. Recientemente hemos firmado con el Gobierno un acuerdo para instalar un hub de altos contenidos digitales que ocupará 7.000 metros cuadrados.

Después de la transformación del centro y el arranque del Soho del Ensanche de Heredia muchos colectivos ponen sus ojos en la degradación de Carretería y de su entorno. ¿Tiene previsto algún plan de mejora?

En eso estamos condicionados por las limitaciones presupuestarias, pero no debemos olvidar que precisamente Carretería y la zona que discurre hacia el río estaba incluida en el programa de rehabilitación de edificios que firmamos con la Junta en 2005 y que no ha sido cumplido en absoluto. Si la Junta hubiera asumido su parte contaríamos ahora con un gran punto de partida. En cualquier caso, se han dado mejoras en la línea de extender la onda expansiva del Centro. Tenemos algunos proyectos, como el del artista Jorge Rando, que se ha ofrecido con generosidad a transformar el convento de las Mercedarias o la ampliación del Museo del Vidrio. También hemos seleccionado una idea para dotar de contenido cultural el antiguo conservatorio, en la plaza de San Francisco.

En su partido empiezan a proliferar voces críticas con la reforma de la ley del aborto. Incluso Rajoy mantiene una postura tibia al respecto. ¿Cuál es su opinión?

Creo que en un tema tan difícil y delicado como en el aborto, en el que es difícil promover una ley que contente a todos, habría que apuntar al alto índice de consenso que obtuvo la norma de 1985. Todo lo que sea volver a esa dirección es positivo. Para mí es más entendible una ley de supuestos que de plazos, que es lo que se aprobó con el Gobierno de Zapatero. No entiendo, desde el punto de vista biológico y ético, que haya una determinada fecha en la que se pueda abortar y al día siguiente no. El ideal sería una sociedad que avance hacia evitar el embarazo no deseado. Insisto en la complejidad del asunto, que enfrenta dos bienes a proteger, el concebido y la mujer. Sin duda, lo que sí se requiere un esfuerzo es en elevar el debate, no buscar tanto el desgaste político del otro y analizar el problema desde el plano puramente ético.

Usted siguió de cerca la construcción del Estado de las autonomías. ¿Qué cree que ha ocurrido en Cataluña para que se encrespen tanto los ánimos?

La actual situación obedece a una mezcla de factores. No se ha sabido mantener una unidad en materia educativa que hubiera hecho sentir a los niños orgullosos de ser del país y al mismo tiempo de su comunidad autónoma. También es cierto que la Generalitat ha tomado una deriva en la que culpa a España de la crisis, como si en el resto del país no se sufrieran las consecuencias del deterioro económico. Lo que tenemos que hacer sin duda es tender puentes entre Cataluña y el resto de regiones. Nunca estaré con el boicot de productos catalanes y ese tipo de estrategias erróneas. Hay que enfatizar lo que nos une y respetar la pluralidad. Y trabajar para seguir progresando y económicamente nadie pueda vernos como una rémora, sino como una ciudad, en el caso de Málaga, con un desarrollo en muchos campos que puede llegar incluso a ser superior.