Hace ya seis meses José Antonio Díaz González, actual secretario de la asociación de vecinos Proyecto Carranque, pidió a la concejala popular Teresa Porras que se recuperara el alumbrado original de la plaza Pío XII, situada en el antiguo barrio de Carranque, con más de 60 años de antigüedad.

Desde entonces, los vecinos demandan la protección de la plaza, que consideran el «buque insignia» del entorno. Pero el Ayuntamiento, a través de la propia Porras, contestó, según los vecinos, asegurando que el Consistorio, en lo que respecta al entorno, ha cumplido escrupulosamente con la tarea asignada: reforzar el alumbrado del barrio.

El 1 de julio de 2013, Proyecto Carranque llevó a cabo una petición formal para que se restaurara la plaza con los ornamentos originales y se iluminara el interior de los soportarles. Además, en el escrito los vecinos pusieron de relieve la protección especial de la que dispone el conjunto del barrio y, de forma más específica, la plaza Pío XII, cuya categoría específica está recogida en el PGOU.

José Antonio Díaz lleva varios años reivindicando mejoras en el barrio, «porque todo lo que se hace en él se paga con el dinero que sale de nuestros bolsillos y como ciudadanos tenemos la responsabilidad de exigirle a nuestros políticos que lo administren lo mejor posible», declara muy afectado.

«Están destruyendo nuestro patrimonio y nuestra seña de identidad», afirma José Antonio, mientras muestra las marcas que han quedado en el suelo tras la retirada de siete valiosos monolitos del ornamento original y explica cómo la distribución de las actuales farolas es, en su opinión, «lamentable». «Esta señora -por la edil Teresa Porras- puso las farolas donde le pareció», sentencia.

La asociación pretende recuperar la plaza como espacio social, mejorar la seguridad y reactivar la economía del entorno. En este sentido, al potencial turístico de la plaza y su entorno, que contiene también la iglesia de San José Obrero, el tercer mayor templo religioso de la ciudad, por detrás de la Catedral y de la mezquita.

Ahora, José Antonio Díaz pide que se devuelvan las dieciséis farolas originales de la plaza, para poder distribuirlas del modo correcto sobre los monolitos de piedra que dispuso en el año 1952 el arquitecto Enrique Atencia Molina.

Voces a favor

Sin embargo, y a pesar de las protestas de la asociación de vecinos, también hay voces en el barrio favorables a la reforma. Este es el caso de la farmacéutica Margarita Mayorga Núñez, que afirma sentirse más segura desde que la iluminación actual, precisamente el blanco de las críticas, está vigente: «Me parece muy bien el nuevo alumbrado porque antes la plaza estaba muy oscura y daba susto pasar por las noches», sostiene.

Del mismo modo, Mercedes Gálvez, propietaria del estanco del barrio, también tiene opiniones positivas hacia el lavado de cara realizado en la plaza por parte del Ayuntamiento: «Ahora está mejor que estaba y estéticamente las luces son muy bonitas. Me parece perfecto porque las farolas son mejores que las que había antes aquí puestas».

Por último, José Antonio Conde Ariza, dueño de una pequeña tienda de comestibles, destaca que el nuevo alumbrado «le ha dado vida al barrio, además de dar la apariencia de un pueblo».

Esta diferencia de opiniones se produce, según Proyecto Carranque, por el desconocimiento por parte de algunos vecinos del daño causado al patrimonio.