La detención en Málaga hace una semana del presunto yihadista Abdeluahid Sadik Mohamed tras bajarse de un avión procedente de Estambul (Turquía) no fue casual para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. El aeropuerto malagueño es desde hace años un paso casi obligado para los terroristas islámicos y los investigadores seguían los pasos del ceutí desde junio, cuando una acción policial en su ciudad natal finalizó con ocho de sus compañeros en prisión. Como a ellos, el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno envió a Sadik a la cárcel acusado de pertenecer a la organización terrorista Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL), encargada de reclutar y enviar muyahidines a Siria desde Ceuta y Marruecos para que hicieran la yihad (guerra santa) con actos terroristas, en algunos casos suicidas. Según el magistrado, esta célula es la responsable del envío desde España de al menos seis grupos de varones a Siria, de los que al menos cinco -tres españoles y dos marroquíes- se han inmolado en el conflicto.

Ya en 2006, la Brigada de Información del Cuerpo Nacional de Policía hablaba abiertamente del aeropuerto malagueño como una catapulta para enviar a Irak o a los campos de entrenamiento a los jóvenes reclutados por Al Qaeda en nuestro país. Entonces, las rutas también comenzaban en la Costa del Sol y hacían escala en Londres o París antes de llegar a Siria, Turquía o Arabia Saudí, desde donde accedían a Irak. Actualmente, los viajes se inician en España y Marruecos con destino a ciudades turcas fronterizas con Siria, donde los pasadores les ayudan a cruzar al país en guerra y les trasladan a campos de entrenamiento de la organización terrorista.

Yihadistas de ida y vuelta

La última detención en Málaga sí que aporta una novedad que no pasa desapercibida para los investigadores españoles. Y es que Abdeluahid Sadik Mohamed es el primer caso conocido de un yihadista que vuelve a España tras recibir formación militar, adoctrinamiento religioso y experiencia en el combate en Siria e Irak. Esta circunstancia ha tenido un gran peso a la hora de enviarlo a la cárcel, puesto que en su auto el juez alerta de que «cada vez son mayores las referencias a realizar la yihad en casa». Como ejemplo de la formación adquirida, Moreno destaca que el español fue seleccionado para participar en un atentado contra la prisión de Abu Ghraib de Bagdag (Irak) para liberar a los terroristas encarcelados.

Sin embargo, la relación de Málaga con la yihad no se limita a su tráfico aéreo, puesto que la provincia acumula al menos una veintena de radicales detenidos en su territorio por su presunta relación con terrorismo islámico. Las más importantes tuvieron lugar en diciembre de 2005, cuando dos actuaciones policiales sumaron 16 detenidos en la Costa del Sol. Siete de ellos fueron arrestados por la Guardia Civil el 9 de diciembre en la operación Green tras una docena de registros en Málaga, Torremolinos, Benalmádena y Marbella. Fueron acusados como presuntos miembros del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (ahora denominado Al Qaeda del Magreb Islámico) y de financiar acciones terroristas a través de delitos comunes como robos en viviendas, falsificación de documentos y tarjetas de créditos o contrabando de vehículos.

Más sonada fue la intervención que diez días después se desarrolló en varias provincias españolas (Lleida, Sevilla, Granada y Palma) y en la que Málaga fue protagonista con 9 de las 16 detenciones. Seis de ellas se produjeron en la capital y otras 3 en Nerja. La operación, denominada La Unión por la ubicación de la mezquita en la populosa calle malagueña, explotó tras detectarse a personas con un marcado radicalismo islamista que supuestamente se dedicaban a captar terroristas en Málaga y Sevilla. Entre los arrestados en la capital destacó la figura del iraquí Hiyg Mohalab Maan, alias Abu Sufian, a quien se le atribuyó un encuentro con el mismísimo jefe operativo de Al Qaeda en Irak, el fallecido Abu Musab Al Zarqawi, y para cuya organización reclutaba mártires. Según el juez que lo envió entonces a prisión, Sufian contaba para sus actividades con José Antonio D. M., un nerjeño con quien mantenía una relación sentimental y que le pudo proporcionar importantes cantidades de dinero por transferencias, como un movimiento que se cifró en 30.000 euros. En la capital también cayeron Mohamed Srifi Nali, de origen francés, y el marroquí Boucaib Kaka, que había sido imán en otras mezquitas.

Como máximo exponente de captación este grupo, la policía localizó al marroquí Oussama Agharbi, un modélico estudiante de Telecomunicaciones de la Universidad de Málaga. La influencia de Sufian, al que conoció en la mezquita de La Unión, supuso la transformación de un chico de 19 años que pasó de compartir piso con estudiantes españoles al aislamiento más absoluto. Sólo la actuación de la policía evitó que el chaval viajara a Irak como mártir tras permanecer encerrado en la mezquita de Benalmádena durante una semana de oraciones para preparar su destino, pero la intervención policial evitó el viaje.