El domingo estuvo hasta la una de la madrugada atendiendo llamadas y felicitaciones, aunque asegura que pudo dormir bien. Eso sí, con la ayuda de una pastillita. El nuevo cardenal español, Fernando Sebastián, nombrado por el Papa Francisco, recibirá el capello el próximo 22 de febrero en Roma. Aún no ha tenido tiempo de asimilar la noticia ni sabe bien los motivos de su elección. «Lo he vivido casi sin darme cuenta», dijo ayer en rueda de prensa. Tampoco conoce el papel que le encomendará el Santo Padre, al que está muy agradecido y así se lo ha hecho saber en una carta que le escribió la misma noche del anuncio.

¿Cómo ha vivido las primeras horas tras conocer su nombramiento?

Casi sin darme cuenta. Me enteré mientras estaba celebrando la eucaristía en la Catedral y cuando llegué a casa tenía ya montones de llamadas en el teléfono y mails. Y ayer estuve, salvo la media hora de comer, todo el rato hasta la una de la mañana, contestando llamadas y respondiendo felicitaciones. Fue realmente agotador, así que he dormido muy bien, aunque con la ayuda de una pastillita de Orfidal. A mí es que no me alteran demasiado las cosas. El día que tenía que defender mi tesis en Roma me tuvieron que despertar de la siesta.

¿Cómo valora esta llamada del Papa?

Lo valoro mucho porque a estas alturas de la vida ya no lo esperaba. Llevo siete años jubilado y tengo 84 años. En cambio, el Papa ha tenido este gesto de amabilidad y de reconocimiento por los servicios a la Iglesia. Esto me llena de satisfacción, aunque me avergüenza un poco, lo confieso. Seguro que hay otros muchos que han hecho tantos o más servicios que yo, y por otra parte, servir a la Iglesia es un premio para uno mismo. Estoy muy contento y orgulloso de haber podido hacer lo que he hecho y sólo lamento no haber podido hacer más y haberlo hecho mejor. Me siento muy contento y así se lo he manifestado al Santo Padre en una carta que he escrito esta pasada noche.

¿Conocía ya al Papa?

Tengo cierta relación con el Papa, pero no es muy intensa. La primera vez que lo traté fue en 1996. Siendo cardenal arzobispo de Buenos Aires vino a dirigir los ejercicios espirituales a los obispos españoles. Asistí y tuve interés en ir a saludarle, porque era comisario pontificio del Lumen Dei, que tenía varias comunidades en Buenos Aires. Mi sorpresa fue cuando entré en su despacho y supe que me conocía. Y no sólo eso: me dijo que era discípulo mío y que había leído todo lo que yo había ido publicando. Eso ya creó una cierta cercanía y cuando le hicieron Papa le felicité. En julio tuve la oportunidad de acompañar a Jesús Catalá en la peregrinación diocesana, y también hablamos. Concelebré con él y pude hacerle entrega de mi último libro sobre la fe. Hemos hablado brevemente en tres o cuatro ocasiones. Sabe que existo y yo le tengo una gran estima y una gran admiración, porque es un hombre de muchísimos valores.

¿Qué le parece al nuevo cardenal la reforma de la ley del aborto?

Para un católico no puede ser válida ninguna ley del aborto. El debate sobre el aborto en España está pervertido desde el principio, porque no quieren reconocer qué es de verdad. Se habla de la interrupción del embarazo como si éste fuera un sarampión o unas varices y nunca se habla de lo que realmente es: eliminar la vida de un ser humano en las primeras fases de su desarrollo en el vientre de su madre. Y yo me pregunto: ¿Hay alguna mujer que se sienta con el derecho de matar a su hijo? A eso es a lo que tendría que responder el señor Rubalcaba.

¿Qué cree usted que espera el Papa de los nuevos cardenales que ha nombrado?

Eso es algo que tendría que responder el Papa. A mí hasta ahora no me ha hecho ninguna encomienda. Normalmente los cardenales son colaboradores personales y consejeros del Papa en los temas más delicados de la Iglesia. Supongo que algo de esto tendremos que hacer. Pero no dejan de ser suposiciones. No tengo experiencia del asunto.

¿Estima que el Papa, a través de gestos, está reconciliando con la Iglesia a muchos que se habían alejado de ella?

El Papa tiene un don de sencillez, de cercanía, de ir a lo sustancial, de decirnos los contenidos del Evangelio con un lenguaje muy realista y comprensible. Llega al corazón... Pero que no espere nadie que el Papa traicione la fe de la Iglesia, ni su moral. Ahora parece que hay muchos disidentes de la Iglesia que quieren llevarse al Papa a su terreno y se equivocan, porque el Santo Padre no va a legitimar el aborto, ni el matrimonio homosexual... No va a traicionar nunca la fe tradicional de los apóstoles. Lo que tienen que hacer esos disidentes es venir a la Iglesia y confesarse con el Papa.

¿Comparte que su designación ha llegado un poco tarde?

No la comparto porque nunca esperé ser cardenal. Ni lo he deseado. Incluso ahora me cuesta un poquito de sacrificio meterme en esta danza. En la Iglesia trabajamos siempre a fondo perdido. Nunca he tenido sensación de que con mi trabajo merecía ningún reconocimiento. He trabajado por mis convicciones y porque creo que Jesús es verdaderamente lo mejor para la Humanidad y me parecía lo más importante poder colaborar en su anuncio para el bien de mis hermanos. Por hacer eso ni merezco, ni necesito ni esperaba ningún reconocimiento. Estaba feliz como estaba.

¿Qué recuerda de sus casi dos años como administrador apostólico de Málaga? ¿Aquella experiencia fue determinante para que decidiera fijar su residencia en la ciudad?

Recuerdo muchas cosas porque aquí me recibieron muy bien. Y en los 20 meses que estuve hicimos bastantes cosas que algunas todavía funcionan. Fundamos cinco parroquias, reactivamos la Fundación de Enseñanza de la Victoria, reorganizamos la diócesis en arciprestazgos... Fueron unos meses de mucha intensidad y de muy buenas relaciones. Y yo los viví de forma muy cálida y agradable. Ciertamente, ese recuerdo fue decisivo a la hora de escoger el lugar de mi retiro. Tras Pamplona, lo más cercano biográficamente era Málaga, y me vine con suma naturalidad. Y mi intención es seguir aquí. Cambiar de casa es muy molesto y yo llevo demasiadas mudanzas.