Más de 4 millones de personas. Aproximadamente la mitad de la población andaluza. Convocadas en menos de 24 horas. Y sin otro propósito que abrazar la causa de Bernardo de Gálvez. El empeño de Teresa Valcarce y el investigador Manuel Olmedo Checa por hacer cumplir la voluntad de Estados Unidos e introducir un retrato del héroe de Macharaviaya en el Capitolio va camino de romper todos los registros de entusiasmo y comunicación viral. Si la semana pasada el presidente Rajoy, tan parco en otras cuestiones, se interesaba por el asunto en su entrevista con Obama, ahora el respaldo se ha disparado. Y con números que intimidan. Tanto como para soplar con fuerza el navío del político de Málaga.

Oficialmente, a mediodía de ayer, eran 4.191.754 personas, entre ellas los integrantes de La Opinión de Málaga, los que habían manifestado su apoyo a la iniciativa. Suficientes para llenar hasta 40 veces La Rosaleda. Y congregados en tiempo récord en una campaña orquestada a ambos lados del Atlántico. Concretamente, del 16 al 17 de enero, cuando Teresa Valcarce, cuyo arrojo y el de su marido, Paulie, está siendo vital para la nueva aventura de Gálvez, recibió la recomendación de acompañar la propuesta por el mayor número posible de firmas.

Según cuenta Olmedo Checa, el pasado jueves, casi al filo de la medianoche española, Valcarce se entrevistó con la consejera del senador hispano Robert Menéndez, quien aconsejó completar la petición con una adenda de respaldo que seguramente será decisiva a la hora de cautivar a los congresistas estadounidenses. Teresa hizo cuentas, y con el voto garantizado de las Hijas e Hijos de la Revolución Americana, disponía de partida de alrededor de 225.000 adhesiones. Calculaba que le harían falta otras 100.000 para robustecer la petición. Y decidió buscarlas de manera exprés, con la asistencia brindada por Olmedo desde Málaga. Entre ambos consiguieron reclutar la fuerza de hasta 31 colectivos. Una cifra que desleída en personas se convierte automáticamente en millonaria. Y que da buena muestra del interés que sigue suscitando en medio mundo el padre malagueño de la revolución americana.

Con esta nueva red de apoyos, a la que se suman la colaboración expresa ofrecida por instituciones como el Ayuntamiento, el Gobierno, la Diputación y corporaciones como Fujitsu o Unicaja, Bernardo de Gálvez se sitúa más cerca del Capitolio. Precisamente el lugar en el que los propios congresistas norteamericanos quisieron dejarle en 1783, cuando, con la mediación de Oliver Pollock, aprobaron una resolución para colocar su efigie en el interior de la cámara de decisiones de Estados Unidos. Más de tres siglos después el fallo está más cerca que nunca de cumplirse. Aunque todavía quedan trámites.

La campaña para llevar el retrato del político hasta Washington surgió hace cuatro años de la Asociación Bernardo de Gálvez, la Real Academia de Bellas Artes y el Colegio de Ingenieros de Málaga. El propio Olmedo fue quien localizó y divulgó los documentos del Archivo de Indias y del propio directorio nacional del país norteamericano en los que se constataba el proceso y la votación para instalar el cuadro. La iniciativa, no obstante, obtuvo un gran impulso el pasado verano gracias a Teresa Valcarce, española de ascendentes malagueños, quien a su vez tuvo conocimiento del caso por un artículo firmado por el investigador. Teresa, que la semana pasada posaba junto a Rajoy, que dio expresamente su respaldo a la propuesta, aprovechó la grabación de un capítulo del programa de TVE Españoles por el mundo para hablar del héroe de Macharaviaya con el congresista demócrata Chris Van Hollen. Desde entonces el proyecto se ha acelerado, con la participación de políticos con gran tirón mediático en Estados Unidos como Robert Menéndez, que está sumamente interesado en que se reconozca la figura de un militar que resultó esencial para la independencia americana. Si se cumple con las expectativas, Bernardo de Gálvez reinará en el Capitolio doscientos años después de su hazaña en la bahía de Panzacola -Pensacola para los estadounidenses-. El retrato, una réplica del original, atribuido en su día a Carlos Maella, un pintor de la corte de Carlos III, está previsto que se ubique en una zona privilegiada del edificio, en la rotonda interior, junto a las imágenes del resto de grandes nombres de la democracia americana. El pintor malagueño Carlos Monserrate, que se ha unido al proyecto de manera desinteresada, trabaja ya en la obra. Gálvez ya no navega solo. Ni siquiera en aguas del ciberespacio.