Los pliegues geológicos cambiaron la faz de la Tierra, surgieron cadenas montañosas, los mares se abrieron paso y los continentes fueron adoptando su perfil actual. Las sucesivas glaciaciones moldearon también un mundo que ha demostrado estar en constante cambio. Lo único que no cambian son las tres parcelas públicas de El Romeral.

Desde la creación del barrio ha constituido la promesa eterna de todas las elecciones. La prueba evidente de que, algún día, en una fecha sin concretar, los vecinos del Romeral tendrán en esas parcelas municipales unos equipamientos de caerse de espaldas.

Y da igual que nunca se hayan hecho realidad, la mera presencia de estos terrenos desaprovechados es la prueba de que siempre se pueden mencionar en cualquier programa electoral para transformarlos, una vez más, en promesas relucientes. Nada que ver con barrios como la Malagueta, donde casi todo el pescado está vendido porque apenas queda espacio físico para soñar con equipamientos futuribles.

La hierba sigue creciendo en la calle Eolo, en una parcela cedida al Obispado. No hay ni rastro de iglesia alguna, por eso la asociación de vecinos lleva cerca de una década reclamando que esta parcela vacía vuelva al barrio.

En la calle Carmen Laforet una tercera parcela de forma triangular aguarda su destino incierto, aunque la asociación hace tiempo que propuso que se construyera una biblioteca (a la vista de cómo marchan las obras, será el cementerio de los libros olvidados de La sombra del viento).

La tercera en discordia, justo enfrente, es la más grande de todas. En verano es un polvoriento secarral y en invierno un cómodo barrizal donde los más osados aparcan. En el centro de la parcela un mustio ecosistema recuerda a las zonas más alicaídas de la tundra. La única novedad, el único aprovechamiento de este gigantesco solar ha sido un novedoso pipicán en una esquina. El Romeral necesitaría más equipamientos, y si fuera posible, más ilusionantes.

Autógrafos | Como saben, ha muerto el gran director Claudio Abbado. A finales de los 90, un servidor pudo ver en una calle de Viena cómo un grupo de niños se abalanzaba sobre el director para pedirle un autógrafo. En España, esta categoría de estrella asaltable en la calle sólo la alcanzan los futbolistas, los protagonistas de series de televisión y quienes aúllan con más intensidad en los programas del corazón.

El día que los niños de Málaga pidan autógrafos a un director de orquesta significará que hemos echado una cabezadita y estamos a punto de despertar del sueño... o que hemos viajado a un futuro muy, muy lejano.

Mientras tanto, suelten por calle Larios a Belén Esteban por un lateral y por el otro a Daniel Barenboim a ver qué pasa. A los pocos metros el famoso director no podría dar un paso de la aglomeración que se formaría por ver a la exmujer de Jesulín.