Pese a que los reyes retratados por Shakespeare suelen estar reconcomidos por todo tipo de pasiones, estas turbulencias interiores los convierten en personajes muy atractivos capaces de todas las ocurrencias y faenas posibles. Aparte de ese famoso «mi reino por un caballo», en la obra Enrique V podemos escuchar cómo el coro afirma aproximadamente: «Juzga las cosas verdaderas por lo que son sus imitaciones».

Muy pronto tendremos la oportunidad de juzgar la obra de Velázquez sin necesidad de trasladarnos al Museo del Prado para ver sus cuadros originales, gracias a la paciente labor que desde hace años, embriagado por la tenacidad y la ilusión, realiza el jubilado malagueño Salvador Cobos.

La última vez que hablamos de él, en abril del año pasado, exponía sus copias de Velázquez en la sala de exposiciones del aeropuerto de Málaga, a beneficio de la Cruz Roja. En esta ocasión, la red de bibliotecas públicas municipales de Málaga ha recogido el guante y hasta junio mostrará, a partir del próximo martes, los 13 cuadros del artista malagueño en la biblioteca Miguel de Cervantes de Martínez Maldonado (la nueva sede del distrito)

Salvador Cobos, con paciencia y detalle, toma apuntes del natural en el Museo del Prado y luego, con cálculos matemáticos en su casa de Málaga cuadricula el lienzo y comienza a realizar la copia, primero con tinta china y luego con pintura al óleo.

Con esa buena maña ha realizado ya 14 copias velazqueñas, entre ellas el último cuadro atribuido al maestro sevillano, La educación de la Virgen, un hallazgo de la Universidad de Yale de 2010.

Están todas las grandes creaciones de Velázquez, empezando por su Cristo, una copia en la que Salvador ha volcado lo mejor de su arte, que empezó a fraguarse a los 9 años, cuando entró a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de la calle Compañía.

También merece que le dediquemos un tiempo relajado a la famosa La rendición de Breda, cuya copia es una verdadera locura, por tantos matices, paisaje bélico, personajes y por supuesto, tantas lanzas. Siete meses y medio tardó Salvador en recrear esta obra maestra, aunque su cuadro favorito, El aguador de Sevilla, es una copia cuyo original no puede verse en esta muestra ya que lo adquirió un cliente de Cuenca.

Este malagueño de la cosecha de 1930, capaz de recrear el trajín de Las Hilanderas o la sorpresa de la infidelidad en La fragua de Vulcano, sigue adelante copiando las creaciones de Diego de Velázquez, a quien considera con razón su «maestro espiritual».

Música en el callejero | Un barrio tan musical como La Paz es La Virreina Alta, con la mayoría de sus calles perladas de compositores, aunque no lleguen a la primera división de la música del callejero de La Paz.