Las olas calmadas de La Malagueta fueron testigos del homenaje que se le rindió ayer a José Morante, uno de los ciudadanos malagueños más queridos y particulares que recuerda esta ciudad. Fundador y presidente de la Peña de Bañistas de Invierno de Málaga, se le conoce por el amor profundo que profesó por esta tierra, y especialmente por el Mar de Alborán que baña este enclave tan privilegiado de Europa. Apasionado del deporte, lo que le permitió tener un envidiable estado de salud a lo largo de toda su vida, vio en el clima benévolo de la Costa del Sol la oportunidad de practicar la natación durante todo el año. Así, inauguró en 1982 su peña Amigos Bañistas de Invierno de Málaga.

Desde ayer, La Malagueta luce una placa conmemorativa en honor de este querido malagueño, que con su filosofía positiva de la vida conquistó a todo el que le rodeaba. Al acto oficial del descubrimiento de la placa asistieron el alcalde, Francisco de la Torre, el concejal de Cultura y Deporte, Damián Caneda, y la concejala del distrito Centro, Gemma del Corral. Por parte de la familia de Morante, estuvieron presentes su hijo Alejandro, y su viuda, Conchita. Para el alcalde, este homenaje representa «un acto de justicia para una persona inolvidable y enamorada de Málaga, que supo crear en torno al clima privilegiado de la ciudad una actividad para fomentar la práctica del deporte». De la Torre también quiso resaltar la «capacidad de Morante de proyectar a Málaga fuera de sus fronteras, y el hecho de presumir de esta ciudad», cosa que entendía como pocos. Este exfuncionario del Instituto Nacional de Previsión se dedicaba a nombrar a personas ilustres, tanto dentro como fuera de España, Socios de Honor de la peña que presidía.

Lo hacía a través de carnés elaborados de forma artística con fotografías que recortaba de revistas y periódicos. Entre ellos, personajes tan conocidos como Felipe González, Margaret Thatcher, Ronald Reagan o el rey Juan Carlos. Son muchas las cartas de agradecimiento que recibía a cambio de tan elaborada labor. El expresidente del Gobierno Felipe González respondió con una carta en la que se «ponía a su entera disposición». Profundo creyente y devoto de la Virgen de la Victoria, también hizo Socio de Honor al papa Juan Pablo II.

Decorar conchas y pegarlas a tarjetas, a las que añadía normas de comportamiento de una forma entrañable, era uno de los pasatiempos favoritos de José Morante. Siempre ligado a la mar, supo hacerse amigo de propios y extraños. Sus pequeñas obras de arte las exportaba a todo el mundo a través de los turistas que llegaban a Málaga. Sorprendidos primero, y agradecidos después, se llevaban consigo un bonito recuerdo elaborado con amor y cariño. Sus conchas están repartidas por medio mundo.

Otra de sus habilidades era la de fabricar crucifijos con simples palillos de dientes. Los llevaba en los bolsillos y se los dada al primero con el que se cruzaba. Siempre sin pedir nada a cambio. Su intención era la de enseñar a ser solidario, y sin quererlo, se convirtió en un querido embajador de Málaga. Su hijo Alejandro, visiblemente emocionado, quiso agradecer al Ayuntamiento las gestiones realizadas para poder llevar a cabo este merecido homenaje y realzó la figura del periodista Gonzalo Fausto, «pieza clave en la consecución de esta merecida placa».

Desde ayer, la Malagueta anima a todo el que pasa por su orilla a honrar la honestidad, el compañerismo, la amistad y el buen talante. Valores que José Morante siempre llevaba por bandera.