Francisco Rodríguez Marín califica a la Azucarera de El Tarajal como una catedral de la industria. Por su amplitud y diafanidad, que sorprenden. Se inaugura en 1931, como aparece en el fuste de la chimenea y en la actualidad es de propiedad particular. Cuenta con protección integral, según el último PGOU, por lo que es un «edificio que no se puede rentabilizar, ya que existe la obligación de mantenerlo con sus características primegias», asegura el profesore, para quien tiene fácil uso y adaptación: sede del Museo de la Industria de Málaga

«Está también abandonado y la última vez que estuve por allí servía para guardar ganado. Ya ni eso», señala. En todo caso, es una fábrica muy sólida y no tiene riesgos de que se vaya a hundir.

Rodríguez Marín incluye la antigua fábrica de ladrillos Salyt como ejemplo de patrimonio industrial, más que por su valor arquitectónico, por la existencia de un horno circular Hoffman, que servía para la cocción. Está cerrada.