Enrique Oriola nació en tierras valencianas, más concretamente en Puig, pero su familia le condujo aún niño hasta tierras andaluzas, donde luego se casaría con la que es hoy en día su mujer, «unos 20 años más joven», indica. Tiene ya 91 años, pero la memoria intacta para recordar clases de aviones y barcos, con las nomenclaturas en español y alemán. «Cómo voy a olvidarme de aquellas sanguinarias naves que bombardearon toda la costa de Málaga, Granada y Almería y que también trabajaron para el Ejército Nacional en mi tierra de origen».

Explica, con lágrimas en los ojos y casi sin poder articular palabra durante minutos, cómo de «mortífera» fue la Guerra Civil en algunas zonas del país. Pero también cuenta cómo en primera persona sufrió los episodios de febrero de 1937: «Cuando empezaron a caer las bombas me tumbé toca arriba en el suelo, sin saber en qué pensar. Estabas en ese momento más muerto que vivo. Y aquí estoy, con 91 años, pudiéndolo contar con mi amigo Paco López, que también va ya para 83 años».

Enrique ha hecho su vida en Vélez Málaga, pero también pasó un tiempo en una afamada sastrería de Barcelona. A pesar de su edad, no olvida ni siquiera el nombre de su capitán durante los años posteriores a la contienda militar española: «Fernando Vicario me recomendó, sin saber que yo era rojo, como muchos de mi familia». Señala que en Vélez Málaga ha permanecido el miedo a hablar de aquellos tiempos. «Son muy valientes los que marchan todavía hoy en día por la calle con las banderas republicanas. Las veo y me da alegría, pero tengo miedo de que les pueda pasar algo».

Su testimonio refuerza la teoría de que algunos mayores todavía temen el regreso de los aviones alemanes por Levante. «Es algo que no se sabe si volverá a ocurrir, por muy civilizada que esté Europa. Se lo digo a mi mujer, Carolina López, que puede volver la guerra con tantas penas que se están viendo. A la gente les quitan las casas. No tenemos casi para vivir. Y estamos viendo hambre como había en aquellos tiempos. Yo no estoy tan seguro como dicen algunos de que esto vaya a mejorar», manifiesta.

A los jóvenes les pide, sobre todo, «que estudien lo que pasó en España. Que han pasado casi 80 años, pero que se ve en otros países que de la noche a la mañana empieza una Guerra Civil y que los que pierden son los ciudadanos», indica. Él no vivió durante los años posteriores al conflicto armado «oculto», pero sí que pone nombres y apellidos a amigos que permanecieron «décadas» como «topos», en sótanos.