­Allí están el caso Connery o Goldfinger. Y otros tantos procesos relativos a convenios urbanísticos que perjudicaron al Ayuntamiento de Marbella en los años de vino y rosas del gilismo. Su asiento es como un potro de tortura judicial y engulle jueces como quien desayuna un pitufo mixto y un café mitad doble con sacarina. Es el juzgado de Instrucción número 1 de Marbella, el decano de esa ciudad experta en parir casos de corrupción urbanística que protagonizan sumarios inacabables. Ahora, la plaza vuelve a salir a concurso para quien recale en ella en comisión de servicio con relevación de funciones. Es decir, para que cualquier juez de España pueda trasladarse un añito a Marbella a arreglar el desaguisado judicial.

Su actual titular, Manuel Jaén, está en comisión de servicio y ejerce como asesor del Ministerio de Justicia. Antes se fue de allí Ricardo Puyol, ahora en un juzgado de lo Penal de Málaga. Y no ha querido seguir el juez que estaba hasta ahora, titular a su vez de un órgano mixto de Instrucción de Primera Instancia de Cuenca. Ha preferido volver a Castilla-La Mancha antes que seguir otro añito en el infierno judicial.

Jaén, por cierto, está siendo investigado tras una querella impuesta contra él por un presunto delito contra los derechos fundamentales. El TSJA ya le ha hecho declarar, él lo negó todo. La acción penal parte del despacho Díaz-Bastién & Truan, algunos de cuyos responsables asesoraron a los Connery en el pelotazo urbanístico que ha puesto en jaque a Micheline Connery, a quien se procesa, pero no a su marido, el actor escocés, que se ha librado por los pelos.

Una querella fundacional

El rosario de procesos urbanísticos hunde más a la veintena larga de causas relativas a convenios, aquel rosario de asuntos que salió de la querella que interpuso la Fiscalía Anticorrupción en enero de 2006 basándose en el informe de fiscalización del Ayuntamiento de Marbella efectuado por el Tribunal de Cuentas. De esa acción nació Minutas, y 26 procesos de los convenios que el exregidor Julián Muñoz firmó hasta en los capós de los coches. Nunca termina su tramitación.

Fuentes de la judicatura se han referido a este órgano como un juzgado «maldito», claro está, tirando de la ironía togada, que extienden el difícil brete de este negociado a Estepona 1, castigado desde hace años con la tramitación del caso Astapa, un proceso que se eterniza desde enero de 2007 y cuyos últimos informes policiales han de ver la luz este año, y al ya mítico Instrucción 5 de Marbella. La falta de medios es acuciante.