­La interceptación de un mercante el pasado fin de semana cargado con casi 17 toneladas de hachís -distribuidas en 565 fardos- a 30 millas al sureste de Málaga no es un hecho puntual ni casual, sino que además revela un modus operandi que viene a completar los alijos costeros de toda la vida. Según la Agencia Tributaria, es el resultado de una estrategia que surge ante la «agilidad y flexibilidad» de unos narcotraficantes «que se adaptan rápidamente a los nuevos escenarios». Desde el mes de junio del año pasado, ya son seis las aprehensiones de grandes cantidades de hachís realizadas sólo por Aduanas en la ya denominada ruta del Mediterráneo oriental con un balance que arroja más de 75 toneladas de droga incautadas, mientras que, en los últimos doce meses, la colaboración entre Italia, Francia y España ha permitido interceptar 11 buques cargados de droga en esta ruta. El propio capitán de la patrullera Fulmar que actuó la madrugada del domingo dijo ayer que las autoridades «han detectado un cambio en la manera de operar» por parte de los grupos de narcotraficantes que cruzan el Estrecho y el mar de Alborán dependiendo de su destino. Para Jesús García de Leániz, ese cambio consiste en emplear «barcos más grandes para introducir más cantidades» de estupefaciente que reciben de otras embarcaciones de menor tamaño que transbordan la mercancía en alta mar.

El Mayak, un mercante de 63,5 metros de eslora construido en 1968, con matrícula de Sierra Leona y pabellón de conveniencia, es la viva estampa de lo que los investigadores llaman buques nodriza, es decir, aquellos que reciben y suministran la droga a otras embarcaciones más pequeñas que después las introducen directamente en la costa comunitaria, ya sea a través del litoral español, francés o italiano.

Ni siquiera transportaban otra mercancía. Cuando Vigilancia Aduanera abordó el mercante, éste apenas llevaba una hora cargado y sus ocho tripulantes de nacionalidad siria fueron sorprendidos introduciendo los fardos recién transbordados desde la cubierta a la bodega de popa. «Todavía estaban estibando la carga recibida. Se les sorprendió totalmente y no opusieron resistencia», explicó García, quien añadió que por el rumbo del Mayak podría dirigirse hacia un punto cercano a Sotogrande, en aguas de Cádiz. Aunque el capitán de Vigilancia Aduanera no desveló el punto del que podría proceder la embarcación, otras fuentes de la Agencia Tributaria señalaron que días atrás estuvo en Ceuta y Málaga, puerto en el que incluso buscó refugio por el temporal. Sin embargo, las sospechas saltaron el sábado con las maniobras que el Mayak comenzó a dibujar en el Mediterráneo hasta que fue interceptado, mar adentro, a la altura de la punta de Alhucemas (Marruecos). «Efectuó movimientos no habituales en el mar de Alborán. La zona en la que se encontraba no es habitual para un barco de estas características», explicaron fuentes de la Agencia Tributaria.

Con el objetivo de controlar la nueva ruta del Mediterráneo oriental del hachís, el Departamento de Aduanas e Impuestos Especiales de la Agencia Tributaria asegura haber establecido una vigilancia intensiva y permanente sobre la zona «evaluando el riesgo del tráfico marítimo de mercancías e intensificando la colaboración internacional». «Como en sus cinco anteriores actuaciones, la interceptación del Mayak ha sido resultado de esta estrategia. El control de la ruta del Mediterráneo oriental y de este tipo de embarcaciones es sumamente complejo», aseguraron los responsables de la Agencia Tributaria.

Los investigadores, además, sospechan que esta ruta está siendo empleada por organizaciones situadas en países del norte de África, como demuestra la nacionalidad de los marineros del Mayak. El objetivo de las organizaciones de narcotraficantes es transportar importantes cantidades de hachís en barcos de tipo mercante o pesquero, buques comerciales que efectuarían transportes legales. «Tras su salida, con una breve parada técnica, reciben importantes cantidades de hachís para su traslado a los países más orientales del Mediterráneo», añadieron.