Si alguien pronunciase el nombre de Campo de Cámara en la calle Larios, donde en estos días se despliega la alfombra roja, es probable que a todo el mundo le sonara a una referencia extraña, vagamente medieval, puede que, incluso, castellana. Únicamente la vieja guardia, algún que otro jubilado emigrante del interior, acertaría a descifrar un topónimo que durante cientos de años fue mucho más conocido en la provincia que la espadaña de la basílica de La Victoria o la propia plaza de La Merced. Un territorio que comunica en línea recta la Axarquía y el Valle del Guadalhorce, sobre un camastro de cereales, plagado de leyendas, yacimientos romanos y hasta pinturas rupestres.

Cinco siglos después de la desaparición del reino nazarí, en el que la fama del que fuera distrito malagueño viajaba con eco de paraíso agrario, la identidad de la zona sobrevive en una dicotomía con extremos fuertemente desnivelados. Por una parte, las tradiciones se mantienen invariables y, por otra, la nomenclatura se diluye. Especialmente, fuera de sus fronteras naturales. Es por eso por lo que sus empresarios se han unido, para reivindicar la riqueza del territorio y procurar un nuevo despegue económico del interior, adormecido como el resto de la provincia por las convulsiones generales de los últimos años.

La asociación EmproQ´amara, que fue presentada oficialmente ayer en el Ateneo, con apoyo de la Diputación de Málaga, está formada por dieciocho empresarios. La mayoría ligados a los productos alimentarios radicados en la zona, pero también algunos con el dardo puesto en el turismo y en la hostelería. La intención de la organización es volver a poner en órbita el nombre de Campo de Cámara y promover su desarrollo al estilo de las plataformas que operan en otras comarcas, aunque con un fuerte componente de defensa patrimonial y gastronómica.

El arqueólogo Andrés Fernández, responsable cultural de la asociación, alude al potencial turístico que atesora un área con denominación de origen en lo que respecta a la agricultura y la ganadería. De momento, las empresas adheridas al colectivo abarcan nueve localidades -Almogía, Valle de Abdalajís, Villanueva de la Concepción, Casabermeja, Colmenar, Riogordo, Alfarnate, Alfarnatejo y Periana-. Una falda de terreno en la que actualmente se asientan 26.000 habitantes y que funciona como el corazón de ese mapa centenario situado entre Antequera y Málaga. «Lo que se conoce como Campo de Cámara discurre en realidad casi en línea recta, lo que ocurre es que el trazado de las carreteras y su adaptación al terreno ha hecho que la impresión sea totalmente la contraria», resalta.

EmproQ´amara se ha constituido con el propósito de servir de estímulo a los nuevos empresarios, a los que ofrecerá asesoramiento y respaldo. Las posibilidades, agrega Andrés Fernández, son innúmeras. En la pequeña región natural de Campo de Cámara, que limita al norte con la Cordillera Antequera y al sur con los Montes de Málaga, perviven algunas de las razones que han convertido a la provincia en una de las zonas de Andalucía con mejor predicamento alimentario: desde el chivo lechal, la cabra malagueña, a la almendra, los quesos o los embutidos.

La tradición agrícola del terreno, uno de los más antiguos en consagrarse a la producción, con una raigambre que se hunde en los primeros asentamientos del hombre, ha permitido según Fernández alzar un patrimonio intangible en el que se mezclan técnicas de elaboración y un cuidado centenario de los elementos. Campo de Cámara atesora olivos antiquísimos y una impronta de civilizaciones desperdigada entre sus municipios. Los poblados romanos de Arastipi (Antequera), Nescania (Valle de Abdalajís), Iluro (Álora) u Osqua (Villanueva de la Concepción), son algunos de los ejemplos.

El esplendor de la zona cuenta con decenas de alusiones históricas. Especialmente, en la literatura de Al-Andalus, que reconoce al distrito una y otra vez como uno de sus grandes graneros, tanto en época de taifas como de emires y califas. Incluso se habla de un castillo, la fortaleza de Cámara, que cumplió un papel esencial en el siglo X durante la rebelión de Omar Ibn Hafsún y que de acuerdo con la historiografía podría haber estado ubicado en Casabermeja o Colmenar. De hecho, fueron los árabes los que popularizaron el nombre del corredor natural, que viene del árabe Fashs Qamara. Una historia, la de la región, que ha devenido en un tributo silente y riguroso a la cultura mediterránea, con fidelidad de siglos hacia sus tres grandes puntales: la vid, el olivo y los cereales.

En el conjunto de municipios que componen la trama histórica del distrito han pervivido voces que todavía se propagan por Andalucía Oriental. La más ilustrativa es la de la propia palabra «cámara», que en toda la región designa al piso de arriba de las casas que se utiliza para almacenar la comida o la cosecha. Campos de Cámara se ha unido, con el objetivo de que nadie en la provincia olvide lo que bien supieron árabes y romanos. El gran granero nazarí, todavía verde.