Asegura que el envejecimiento de la población ha de verse como un éxito y nunca como un lastre. Cree que ni la sociedad ni la sanidad están suficientemente preparadas para absorber las cifras de mayores que habrá en unos años, por lo que aboga por adaptar el sistema e incorporar al geriatra a la pública.

España cuenta con más 400.000 personas mayores de 90 años. 6.000 de estas están en Málaga y un 75% son mujeres. ¿Tanta diferencia hay en esperanza de vida?

La esperanza de vida hasta ahora en las mujeres es mayor. Hasta los 50 años es muy similar, pero a partir de los 65 años empieza a crecer en detrimento de los hombres. La esperanza de vida al nacimiento de una niña es hoy de 83 años y si es un niño de 77 años. Si nos vamos a los 65 años, una mujer tiene una esperanza aún de 21 o 22 años y un hombre de 16. La esperanza de vida de las mujeres tanto al nacimiento como a los 65 es alta. Antes se relacionaba con la actividad laboral, porque los hombres tenían más vida en la calle por los trabajos, y también por el tema hormonal. Los hábitos de vida como el tabaquismo o el consumo de alcohol se daba más en los hombres.

La incorporación al mundo laboral y la adquisición de estos hábitos, ¿llegará a equilibrar la esperanza de vida de hombres y mujeres?

No, porque los componentes hormonales tienen un factor de protección pero puede que se disminuya la diferencia, que sea menos amplia. Es un fenómeno generalizado en todos los países. El envejecimiento del envejecimiento o la feminización del envejecimiento son una realidad. También la soledad, un 20% de los mayores de Málaga están solos. Y son mujeres, porque el hombre no tiene estas habilidades para vivir solos, no saben. Ellos o viven con familiares o están en residencias.

¿En qué medida afecta la genética a la longevidad?

Hay un componente muy importante, cuando valoramos a un paciente siempre le preguntamos por sus antecedentes. Hay familias con dos ceros. Hay factores puros, y también está la epigenética, que es lo que rodea a la persona. En un ambiente que favorece los hábitos culturales de conducta se dice que la gente delgada trabajadora vive más que la más tranquila que es obesa. Eso puede ser genética, pero además influye estar en un ambiente en el que se promueven esos hábitos.

¿Cuanto ayuda el espíritu de cada uno? Ser positivo o negativo.

Es muy importante porque hablamos de dos cosas. Primero está la parte cognitiva. Los problemas cognitivos tienen peor pronóstico vital, se mueren antes, y luego está la otra parte, la emocional o afectiva. Es importante cómo ven la vida porque influye en la calidad y en la cantidad de vida. Está estudiado con patologías de corazón, cómo se superan mejor si se es positivo. Al perder el aspecto cognitivo se pierde esta capacidad.

¿Están nuestra sanidad y nuestra sociedad preparadas para asumir el envejecimiento?

A día de hoy no porque el sistema sanitario parece que se quiere defender. Pero hay dos formas, la de defenderse, y la otra es pensar «soy un sistema público para dar un servicio para atender a lo que me llegue». Si es diferente tendré que cambiarlo, no expulsarlo. Necesitamos un sistema preparado para atender patologías agudas y la demanda de dependientes con patologías crónicas que requieren de cuidados sanitarios y sociales. Está claro que el sistema necesita adaptarse. No está preparado, hay mucho que hacer, muchas mentes que abrir. El geriatra debe incorporarse a la sanidad pública y aportar su visión al resto de especialistas. Me parece lógico.

¿Cuánto puede afectar al envejecimiento llevar malos hábitos?

Hay muchos estudios epidemiológicos en los que se ha seguido a grupos de personas. Los primeros se centraron en la patología vascular y eso ya sabemos que sí, porque se controla la diabetes, la hipertensión, el colesterol. Si te cuidas puedes tener menos probabilidades de morirte por infarto o un ictus. Desde el punto de vista físico está demostrado y te garantiza una vejez más saludable. Desde el punto de vista cognitivo también. El adecuado control de la hipertensión disminuye la incidencia del alzheimer y de la demencia. Se mantiene incluso en personas muy mayores, porque cuando hablamos de vida activa se demuestra que quien lo hace está mejor cognitiva, física y emocionalmente, y ocurre igual con los controles. También pasa con el ocio y el tiempo libre, las personas que tocan instrumentos musicales o tienen actividades sociales envejecen mejor. Por eso hay que retrasar la aparición de la dependencia.

¿Cuánto están afectando los recortes a los mayores?

Mucho. Están afectando a la calidad de vida de las personas más vulnerables. En Andalucía se está retrasando la entrada a la dependencia salvo los casos de dependencia social. La gente que está valorada y necesita ser atendida en centros residenciales ahora no están siendo atendidos y hablamos de necesidades graves no cubiertas. Por otro lado, el sostenimiento de las familias -aquellos que ayudan con su pensión- están teniendo un valor económico. Si va a la residencia la familia deja de percibir la pensión y la ayuda, hay un valor económico y desde el punto de vista sanitario también. Además, los profesionales por sobrecargo de trabajo les dedican menos tiempo y la atención que se presta no es la misma. La cuerda se suele romper por la parte más débil.