«Hoy algunos tenemos que leer los periódicos», dice un votante con retintín. Se refiere a información deportiva porque a continuación su amigo, justo al lado, le lanza un falta directa en forma de pregunta: «¿Cuánto le endiñasteis al árbitro?, ¿eh?».

Hablan, sí, de Europa, pero de la Copa de Europa, de la Champions. Escenas como esta, de pulla y recochineo futbolero, se escucharon durante toda la jornada electoral. La fiesta fue la del fútbol, claro que para los simpatizantes del Madrid. La fiesta de la democracia europea ya es otra cosa. Estuvo bastante desangelada.

«Lo peor es que no viene gente joven, yo habré contado, hasta las 6 de la tarde, dos o tres de 20 años, casi todos son gente mayor», resume Álvaro López Millán, presidente del colegio electoral Miguel de Cervantes, en El Molinillo.

En este colegio se presentó una anciana pidiendo consejo para saber a quién votar. Dio, eso sí, unas cuantas indicaciones: «Yo no quiero a los que están ahora ni al calvo tampoco, el que estaba antes. No quiero ni a este ni al otro», resumió, con lo que pareció descartar el bipartidismo. Cogió al azar una papeleta, y al informarle de que era un partido ecologista, dijo no entender «qué significa esa palabra» y al final optó por otra lista.

Empeño sí que puso un vecino de La Palmilla que se pasó andando «toda la mañana, buscando su colegio, porque decía que la carta se la habían mandado a su madre». Cuando por fin localizó el colegio, en la Facultad de Económicas del Ejido, «se puso muy contento y votó en blanco», cuenta José Rivas, interventor del PP.

Un problema se presentó en el colegio Gibraljaire, en Miraflores de los Ángeles, cuenta el exdiputado socialista Luis Reina: una señora se quejó de que en las cabinas no había sitio para todas las candidaturas. «Hay 42 opciones y 36 casilleros», no caben todas, explica Luis Reina. Al final, la mesa electoral decidió vaciar las cabinas y dejar todas las papeletas en las mesas. Sin favoritismos.

También hubo votantes precavidos o quizás que dudan más que Los Panchos. Algo así se puede pensar de una joven que en el colegio Salvador Rueda, en Parque del Sur, cogió las 42 papeletas posibles y se metió en la cabina para, entre esa marabunta política, escoger la opción elegida. Aunque en realidad cogió 41. «Faltaban las de un partido canario y ya hemos avisado a la junta electoral», cuenta José Prudencio, interventor del PSOE.

La tónica general de la jornada se asemejó mucho a la de las calles de Málaga por la mañana: parecían listas para el rodaje de algún anuncio de coches, pues es imposible verlos, como en la vida diaria, inmersos en algún atasco sino corriendo libres y descosidos por ciudades fantasmas y campos sin un alma.

Así estaba, por ejemplo, la peña El Palustre, en El Palo, colegio electoral que hacia las 9.30 ya hacía su primer impasse o el centro ciudadano José Macías, de La Palmilla, con tres votantes hacia las 11. «La gran mayoría son personas mayores», cuenta un policía nacional.

Las críticas más duras vinieron del supervisor de IU en cuatro colegios electorales, Francisco Reyes, quien denunció la lista única de calles. «Es algo premeditado para la abstención. Hay muchos mayores que no saben ni dónde viven y en un colegio dos ancianos se han ido sin votar», lamenta. Y tras tres horas observando al personal, Luis Reina deduce esto: «Los jóvenes picotean y los mayores se vienen ya de casa con el sobre para votar».

Un incidente se produjo en San Pedro Alcántara, en Marbella, donde dos interventores de IU y PP se enfrentaron y el padre del de IU dio «una colleja» al interventor del PP.