­La hora del te en la casa de los Loring se disfrutaba bajo el cenador. El mismo que ahora existe y que una vez al año, durante 15 días, configura una de las estampas más bellas de la ciudad cuando florecen las glicinias. Bajo esta estructura de hierro, junto a la vivienda solariega y en el corazón de la finca de la Concepción que Jorge Loring y Amalia Heredia fundaron hace un siglo y medio, se reunieron ayer casi 300 descendientes, repartidos por media España. Los Loring volvieron a Málaga, al lugar, además, que vio nacer una de las dinastías más influyentes de la historia de la ciudad.

En total 281, según la cifra facilitada por la propia organización de este encuentro. Ni siquiera en Navidad se reunen tantos. El evento ha sido posible gracias a la iniciativa emprendida por los nietos de Marta Guilhou, la abuela Marta, casada en 1905 con Ricardo Heredia Loring, conde de Benahavís, y, a su fallecimiento, con Manuel Loring Martínez, conde de Mieres.

La sucesión de ambos matrimonios reunió de nuevo los apellidos Loring y Heredia. Pero, en realidad, ayer estuvieron presentes además las familias Heredia Armada, Mazarrasa Heredia, Loring Martínez de Irujo, Mazarrasa Loring, Gasset Loring, Loring Tassara, Loring Armada, Díaz Bustamante Loring o Benthem Gross, entre otros. Aunque todos miembros de las ramas del mismo árbol genealógico. Cuatro generaciones representadas, entre ellas, cuatro biznietas de los fundadores de la casa, a su vez, bisabuelas de los más jóvenes.

La importancia de los Loring en la historia de Málaga es de hecho comparable a la de los Heredia y los Larios, familias con las que fraguó importantes vínculos económicos. Logros como el Banco de Málaga, el Hospital Civil y el ferrocarril Málaga-Córdoba, fueron posibles gracias en buena parte al tesón de Jorge Loring Oyarzábal, quien en 1856 fue nombrado marqués de Casa-Loring por Isabel II por las importantes donaciones que realizó durante una terrible epidemia de cólera morbo.

Tras la recepción, en la que tomó la palabra Cristina Loring, una de las asistentes más veteranas, nieta de Marta Guilhou, intervino el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, que dio la bienvenida a los asistentes e hizo un pequeño repaso a la importancia de esta familia en la Málaga industrial del segundo tercio del siglo XIX. Posteriormente, el historiador Manuel Olmedo ofreció una breve conferencia en la que glosó la historia de este apellido y los lazos de unión con Málaga. En las escalinatas de la casa, todos los presentes se hicieron una foto de familia. Para el recuerdo.

Muchos reconocían que ni siquiera se conocían, aunque todos son primos. Unos más lejanos que otros, sin duda. Ayer llegaron Loring hasta desde Santiago de Chile. Y son muchos más de los que participaron en este encuentro, pero los más jóvenes se quedaron estudiando, preparando los exámenes de final de curso. Es lo que tiene el mes de junio.

Por la tarde continuó la fiesta. Primero con una misa, oficiada por un sacerdote de la familia. Y posteriormente, con una cena y un baile que tuvo lugar en el Castillo de Santa Catalina, y que fue construido en 1928 por Manuel Loring y la abuela Marta.

Jacqueline Loring

Biznieta de Jorge Loring y Amalia Heredia, cuarta generación de Loring, recuerda cómo sus padres le hablaban de ellos. «Reunir a tanta familia siempre es muy bonito», asegura.

Manuel Gasset Loring

«Ha sido complicado organizarlo, pero cuando existe voluntad por parte de todos, se logran las cosas», explica este descendiente de los condes de Mieres, con residencia en Madrid.

Cristina Heredia

Nieta de Ricardo Heredia y Marta Guilhou, se encargó de dar la bienvenida a sus parientes. «Para nosotros es motivo de orgullo que se recuerde el pasado industrial de Málaga».

Jorge Benthem Gross

Procede de las dos ramas de la familia, descendiente de Ricardo Gross y Julia Loring. Ayer era un hombre feliz, rodeado de familiares. «Esto es muy importante», decía.