El metro de Málaga empezará a funcionar en poco más de dos semanas y las previsiones apuntan que este año lo usen ya tres millones de malagueños para desplzarse por la ciudad. Esta vez parece que sí, aunque vista la experiencia no se puede afirmar nada con rotundidad. Han hecho falta ocho años de obras y seis fechas de inauguración para poner en servicio la primera fase, que corresponde al 80% del trazado. Todavía quedará un 20%, el más complejo pero el más rentable, el que asegura que llegue el metro al Centro. Su apertura está prevista por tramos entre 2016 y 2017.

De esta forma se empezará a rentabilizar la mayor inversión de la Junta de Andalucía en la provincia. Serán unos 800 millones de euros lo que se destinen a la construcción de esta infraestructura, si no hay más sorpresas, a los que habrá que sumar unos costes de explotación anuales que podrían llegar a los 70 millones de euros. A pagar entre la Junta (75%) y el Ayuntamiento (25%).

Lo que hace diferente a la previsión de inaugurar el metro en julio de otras fechas es que, en esta ocasión, ya está contratado todo el personal del suburbano. Noventa y cinco personas que trabajan desde febrero en conocer el metro de Málaga y están en pleno proceso de pruebas con el material rodante. Además, ya se conocen aspectos básicos para su entrada en servicio, como el precio del billete, los horarios y la frecuencia de paso. Detalles que se han cerrado con la concesionaria tras un nuevo contrato de concesión que asegura la puesta en marcha de esta infraestructura.

Incógnitas por resolver

La puesta en servicio del metro afectará a las líneas 1 y 2, pero no al tramo común hasta el Centro y la nueva extensión en superficie hasta el Civil. Estos casi 3 kilómetros de tramos en obras o pendientes juegan con otros plazos. Deben estar terminados a finales de 2017, plazo puesto por la Consejería de Fomento para evitar más sobrecostes.

Sin embargo, quedan todavía muchos aspectos por resolver que ensombrecen su futuro inmediato. Lo más urgente es llegar a un acuerdo con la unión de empresas formada por Ortiz Construcciones y Proyectos y Ecasur, encargadas de construir el túnel del metro entre Renfe y el Guadalmedina. Cinco años de trabajo y numerosos retrasos por falta de dinero y restos arqueológicos han empantanado estos 718 metros de trazado. Ahora están pendientes de que la Consejería de Fomento y la empresa acuerden retomar la obra. A cambio, pagar más para evitar más retrasos o rescindir el contrato y golpear, de nuevo, las previsiones de apertura.

Hay además otros dos tramos pendientes. El más complejo tiene 295 metros de túnel, pero discurre bajo el Guadalmedina y la Alameda, hasta la esquina con la calle Torregorda. Saldrá a licitación en breve, con un presupuesto global que rondará los 100 millones de euros. Sin embargo, llega con algunos reparos municipales al proyecto y la duda de trabajar en un terreno poco estable y con riesgo de encontrar restos arqueológicos.

Además está el nuevo tramo al Hospital Civil, que será en superficie y la alternativa obtenida por la Consejería de Fomento para asegurar la rentabilidad del metro sin disparar los costes. Así, se descartó el tramo subterráneo por el Centro hasta La Malagueta, con un coste que podría rondar los 200 millones, a cambio de extenderlo en superficie hacia el norte por 40 millones de euros. Una alternativa más barata y que asegura un número de viajeros similar.

Los frente que sigue teniendo abierto el metro, pese a su prevista apertura, siguen siendo muchos. Cerrar la aportación financiera con el Ayuntamiento, la integración con la EMT o licitar los tramos pendientes son sólo una parte.

Todos estos problemas son el resultado de una concesión deficiente del metro en 2003, realizada a partir de un anteproyecto que no previó los posibles sobrecostes y con un contrato que ata las manos a la administración.