­La reciente campaña de vigilancia de los pecios de los fondos submarinos españoles se ha mostrado especialmente activa en aguas de Málaga, donde la Guardia Civil ha inspeccionado 45 pecios -5 en la capital- para evitar el expolio y detectar la posesión o venta ilegal de bienes arqueológicos. Los datos, aportados por la Comandancia de Málaga, denotan una especial sensibilidad del Plan para la Defensa del Patrimonio Histórico con los tesoros que descansan entre boquerones, ya que esas inspecciones de pecios representan más del 43% de las 103 realizadas en todo el país, donde la operación Ánfora ha sumado casi 600 inspecciones entre las realizadas en naves hundidas, establecimientos y clubes de buceo (308) y embarcaciones (75).

Desde el instituto armado explican que una de las vertientes de la operación se centra en evitar el expolio de «pequeña escala», que varía desde los descubrimientos accidentales de pescadores que recuperan en sus redes objetos del fondo marino como fragmentos cerámicos y útiles de navegación (catalejos, sextantes y otros) hasta anclas o cañones. Sin embargo, otra parte importante de las actuaciones pretenden controlar a los buceadores aficionados que se quedan los objetos que encuentran y aquellos que se dedican específicamente a la búsqueda ilícita, a veces apoyada en estudios documentales para su localización y comercialización. «Estas causan daños irreparables en los yacimientos, puesto que no son extraídos con metodología arqueológica y descontextualizan los objetos que son extraídos sin ningún tipo de control. Esto provoca la pérdida de información histórica», advierten los expertos del instituto armado antes de añadir que sus labores de vigilancia intentan paliar el daño sufrido durante muchos años. Dentro de ese patrimonio, la directora del Centro de Arqueología Subacuática del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, Carmen García, diferencia entre las zonas arqueológicas especialmente protegidas por el valor de sus piezas documentadas, y las zonas de servidumbre, aquellos espacios donde se presume la existencia de restos arqueológicos de interés y que por tanto también se protegen.

Pese a que las inspecciones se sumergen en el misterio y la poca información para proteger el legado, el Catálogo General del Patrimonio Histórico incluido en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía de 2009 señala que sobre los fondos marinos de Málaga descansan 6 de los 56 yacimientos con el máximo nivel de protección de Andalucía.

Del exclusivo primer grupo destaca el pecio de Los Santos, restos de un barco que podría ser la Isabella, naufragado el 4 de marzo de 1855 tras zarpar de Génova y hundirse en aguas de Benalmádena cuando llevaba rumbo a Calcuta. Los últimos hallazgos de tres fustes de columnas y una peana de mármol, unidos la anteriormente documentada carga de losas del mismo material y varias estatuas como Dioniso, la diosa Artemisa, Cupido o un busto femenino hacen pensar que transportaba un cargamento de estatuas de mármol para la ornamentación de alguna mansión en la India. Los últimos datos sobre el tipo de embarcación hablan de un bergantín inglés de dos palos, 114 pies de eslora, 28 de manga y un puntal de 13.

Como testimonio del tráfico de las aguas de Málaga durante toda su historia se encuentra el pecio de La Mezquitilla, frente a las costas de Algarrobo, una embarcación púnica de la que se documentó en los años 80 una carga de ánforas de las que se recuperaron cinco piezas incompletas, pero cuyos análisis hacen pensar en un naufragio en torno a la mitad o segundo tercio del Siglo VI antes de nuestra era (a.d.e). También de origen púnico pero más reciente (Siglo I a.d.e.) es el pecio de las Columnas, formado por restos fustes, capiteles y materiales anfóricos que descansan en el yacimiento del Cabo de Calaburras, otrora imán de embarcaciones que se iban pique. De hecho, en esta zona están catalogados otros dos depósitos de interés. Uno de ellos lo forman los pecios de los Holandeses, una agrupación de embarcaciones de la época moderna que se asocia al naufragio de una escuadra de embarcaciones de los Países Bajos. El otro, los Cañones de Calaburras, extraídos y fechados entre los siglos XVI y XVIII.

De artillería y más al oeste se encuentra el yacimiento subacuático del Saladillo (Estepona), que acoge siete cañones y una bola de munición en dos agrupaciones diferentes. No muy lejos se documenta Los Mármoles, un pecio que suma 43 bloques con diferentes formas en una extensión de 1.000 metros cuadrados.

El lote lo culminan los restos de la corbeta de crucero alemana Gneisenau, hundida el 16 de septiembre de 1900 frente al espigón de Levante del puerto de Málaga. El naufragio del buque escuela causó 41 muertos y una gran conmoción en una ciudad que se volcó en el rescate de sus tripulantes. En 1901 el barco fue parcialmente destruido, sobre todo la arboladura que sobresalía del agua.